Cien dirigentes del
PP imputados por corrupción. Los casos Gürtel, Noós, Brugal, Terra Mítica,
Emarsa y tantos otros. Son los símbolos que representan, en palabras del
periodista Sergi Castillo, autor de Tierra de saqueo, "la caída del
régimen" de corrupción que se instauró en la Comunidad Valenciana.
Castillo repasa en las poco más de 500 páginas de su libro la historia de
reciente de una comunidad que fue cautivada por un discurso en el que se vendieron
"sueños" que, años después, se convirtieron en pesadillas.
http://www.infolibre.es/noticias/politica/2013/12/02/sergi_castillo_quot_valencia_fue_iman_para_los_corruptos_quot_10557_1012.html
PREGUNTA: Hablemos de corrupción. ¿Por qué la trama Gürtelestaba tan enraizada en la Comunidad Valenciana?
RESPUESTA: Valencia fue como un imán para los corruptos y para la gente que
había puesto sus ojos en el dinero público, porque tenía unos dirigentes
dispuestos a entregar muchas cosas por poder. Camps regaló gran parte de la
Administración a cambio de poder, de gente que le podía organizar actos para
mejorar y promocionar su imagen. Era una persona muy débil intelectualmente que
se dejó cautivar, y la trama mandó a Álvaro Pérez “El Bigotes”, una persona con
una gran capacidad de seducción que inmediatamente se ganó la confianza de
Camps y se convirtió en una de las personas más poderosas de la Comunidad
Valenciana.
P: Y sin embargo, con Camps ya imputado, el PP volvió a ganar
con mayoría absoluta las elecciones autonómicas en 2011. ¿Por qué la sociedad
valenciana no ha castigado estos episodios de corrupción?
R: En momentos de bonanza económica la sociedad tuvo cierta permisividad con
algunos comportamientos que ahora, en época de crisis, no va a tolerar. Había
mucho dinero: las cajas de ahorros valencianas, ahora desaparecidas, eran un
pozo sin fondo donde el PP podía utilizar el dinero a su antojo. El PP también
construyó una Administración paralela a la oficial: estamos hablando de 100.000
personas colocadas en los diferentes ámbitos de la Administración, en
fundaciones, empresas públicas… No sólo ellos: también todos sus familiares y
amigos eran un voto cautivo.
Además jugaban con ventaja, con una presunta sobrefinanciación. La información
de los contratos se ocultaba, y además prácticamente todos los medios de
comunicación dependían de las subvenciones de la Administración pública. La
información que salía a la luz era la que el PP vendía, y tenían un discurso
imposible de batir: ellos eran los que defendían a los valencianos y cualquiera
que los criticase era enemigo del pueblo valenciano. Vendieron sueños,
ilusiones, trajeron los grandes proyectos y hasta construyeron un aeropuerto en
Castellón. Supieron tocar la fibra sensible de los valencianos y hacernos creer
que eramos merecedores de eso y de mucho más. Con el tiempo, hemos descubierto
que detrás de ese discurso estaban las grandes tramas de corrupción.
Hubo gente desde la oposición y desde la prensa independiente, limitada en la
Comunidad Valenciana, que denunció estas prácticas. Pero parecía que denunciar
el tema de la corrupción no vendía: recuerdo que, cuando el PSPV presentó en
2009 una querella contra los empresarios y los políticos que habían participado
presuntamente en la financiación ilegal del PP, la misma dirección del PSOE
desde Madrid se opuso. No era un discurso amable.
P: ¿Hay una oposición en la Comunidad Valenciana capaz de ganarse la
confianza de los ciudadanos?
R: Ha habido gente –por ejemplo Ángel Luna, portavoz socialista, o Mónica
Oltra, portavoz de Compromís– que lo ha hecho muy bien, pero ha habido también
grandes fallos. A veces la oposición se ha dedicado a sus batallas internas y a
luchas cainitas, y esto nos ha hecho perder mucho tiempo. Ahora creo que sí se
dan las circunstancias para que la oposición esté cohesionada y anteponga el
interés de los ciudadanos al interés personal o de los partidos, porque la
situación es muy grave. Lo importante es que el Gobierno autonómico pueda tener
una alternativa que los ciudadanos vean como una opción clara, fuerte, y esta
necesidad se ha vislumbrado con el cierre de Canal Nou.
P: El cierre de Canal Nou: ¿qué conclusiones pueden extraerse de este
episodio?
R: La caída de Canal Nou es un símbolo de la caída del régimen, porque era una
de las banderas, un símbolo que el PP exhibía con orgullo: ellos eran los
grandes defensores de la identidad valenciana, de los símbolos valencianos, y
Canal Nou era uno de ellos. La mayor parte de los directivos, de la gente que
daba la cara, era gente colocada por el PP. El cierre del canal me parece un
punto de inflexión en toda esta historia, además de un ejemplo. Porque la orden
de cierre fue dada por Montoro dentro de la idea que tienen [los dirigentes del
PP] de eliminar todo lo público: es un experimento que hace el Gobierno central
en la Comunidad Valenciana porque ésta tiene el Gobierno más débil de todos,
con un presidente que no pinta nada. La Comunidad Valenciana es una comunidad
intervenida, un campo de pruebas para las políticas neoliberales.
P: ¿Cuál es la sensación de la ciudadanía con respecto al cierre?
R: La Comunidad Valenciana está en estado de shock. Estamos
viviendo una serie de hechos muy relevantes históricamente: la condena a Carlos
Fabra, en pocos días el cierre de Canal Nou… todavía no nos ha dado tiempo a
asimilar muchas cosas. Pero sí creo que todos coincidimos en señalar que es un
punto de inflexión. De hecho, en la manifestación del sábado en defensa de
Canal Nou había banderas de todos los tipos, no era una manifestación de la
izquierda o la derecha: era una manifestación del pueblo valenciano en su
conjunto.
P: Existiendo este consenso entre los ciudadanos, ¿ha cometido Fabra un
suicidio político?
R: Efectivamente. Ni los dirigentes ni los votantes del PP entienden el cierre
de RTVV. La gente que más veía Canal Nou era gente de entorno rural, el gran
granero de votos del PP, porque [el canal] daba la información más cercana, en
su lengua. Hay gente del PP muy dolida, incluso diputados que votaron a favor
del cierre sólo por la disciplina de voto. Hay un gran malestar no sólo con el
cierre de la tele, sino con el esperpento que ha supuesto su retransmisión en
directo, con las fuerzas de seguridad ocupando un edificio público. Ha sido una
imagen parecida a la de los tanques saliendo el 23-F en Valencia. Han cerrado
Canal Nou tan mal como lo han gestionado.
P: Volviendo a la corrupción, ¿ha supuesto una sorpresa la condena del
expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra?
R: Hay opiniones para todos los gustos. Yo soy de los que opina que esta
condena ha sido una gran victoria del sistema democrático, porque se ha
producido en la Audiencia Provincial de Castellón, en su casa. En dos
ocasiones, la Audiencia Provincial trató de archivar el caso, e incluso se
descubrió que el presidente de la Audiendia Provincial era amigo íntimo de
Carlos Fabra, y éste renunció a participar en el juicio alegando esta
amistad. Durante diez años muchos valencianos hemos creído que Fabra nunca
jamás iba a sentarse en un banquillo, y es cierto que ha sido absuelto de
cohecho y tráfico de influencias, pero la Fiscalía Anticorrupción va a recurrir
al Supremo esa decisión y estoy convencido, con la avalancha de indicios que
hay –y que incluso la Audiencia Provincial reconoce en su auto– de que va a ser
condenado de nuevo y su pena se va a incrementar.
P: ¿Puede esta sentencia ser el detonante de una serie de condenas por
corrupción en la Comunidad Valenciana?
R: Como Fabra van a venir muchos más dirigentes de este régimen, que parecía
imbatible hace cinco años. En este momento hay cien dirigentes o altos cargos
de la Administración del PP imputados por delitos de corrupción. Creo que el
recorrido que hemos hecho en estos cinco años ha sido una gran victoria de las
instituciones: ha sido lento, pero posible gracias al trabajo de muchos
políticos, periodistas, jueces y fiscales valientes que han luchado contra el
sistema y lo han vencido.
P: ¿Supondrá la condena a Fabra supondrá un cambio de ciclo?
R: Estoy convencido de que, aunque los cien imputados no entrarán en prisión,
va a haber muchos altos dirigentes del PP que van a pasar por la cárcel, y eso
va a marcar un antes y un después. El que los mismos políticos del partido vean
que va a prisión uno de sus dirigentes va a remover conciencias.
P: Y, si se produce este cambio de mentalidad, ¿provocará que los políticos
apliquen medidas de transparencia y contra la corrupción?
R: Yo creo que sí. Estoy convencido de que en cuanto haya condenas a prisión se
va a llegar a ese punto de inflexión. La sociedad no está dispuesta a tolerar
más comportamientos como, por ejemplo, la firma de 45 diputados en las Cortes
para pedir el indulto de un alcalde condenado por corrupción. O se regeneran, o
la sociedad los va a regenerar.
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