El ‘banco malo’ se
enfrenta a su gran reto: cómo vender en 15 años las decenas miles de viviendas
y terrenos que arruinaron a promotores y hundieron a las cajas
Muchas de esas casas
están sin acabar, okupadas o con inquilinos
Bernardo Santiago
recuerda que vio alarmado cómo un gusano entraba por la nariz de su hija, una
monada rubia de dos años y medio. Vivía en una barraca y con las lluvias se
llenaron de bichos. De eso hace más de un año. Ese día, unas 40 familias de
gitanos de Las Herrerías (Cuevas del Almanzora, Almería) decidieron que ya
habían tenido suficiente de chabolas y cuevas. Desde entonces ocupan las 65
viviendas de la urbanización La Secuoya, que levantó el británico Joel Homes
con un crédito de siete millones que le dio Bancaja y que tiene el mismo
destino que muchos horrores de la burbuja: el banco malo.
“Veíamos cómo
desvalijaban la urbanización. Se llevaban puertas, ventanas, lavabos y
enchufes, mientras nosotros vivíamos en chabolas. Así que decidimos instalarnos
aquí”, cuenta Santiago, de 25 años. En un día de sol, se forma un corrillo
rápidamente en el patio. La piscina, de azulejos azules, sin agua, es un
almacén de chismes. Las puertas de las casas las han improvisado porque las
originales volaron. Hay un gallo cuyo corral es un carro de supermercado
volcado sobre él. Un remolino de niños corretea y en la puerta un grupo de
hombres juega a la petanca.
Santiago está
encantado en su hogar aunque ha tenido que enganchar él la luz, apañar una nueva
puerta y reponer los enchufes. Los gitanos cuentan que nadie de la propiedad ha
ido allí. “Un día se presentó la Guardia Civil que nos tomó los nombres y puso
números en las puertas”, explica uno, que añade que estarían encantados de
quedarse a cambio de un mínimo alquiler. La urbanización ni siquiera está
pegada al mar o con buenas vistas. Es de los años en los que todo se vendía.
A más de 500
kilómetros, en un edificio del Paseo de la Castellana, en la zona financiera de
Madrid, está el reverso de esta historia. A las siete de la tarde de un día de
mayo salen del edificio jóvenes brókers que se desanudan la corbata antes de
pisar la calle. Alguno lleva ya la boquilla de un cigarrillo de liar en la
boca.
El cartel tras la
recepción indica que, de las doce plantas, siete y el semisótano son de Ahorro
Corporación, dos están ocupadas por la consultora Deloitte y una por la marca
de gafas Alain Afflelou. Nada advierte de que las otras dos están en manos de
la Sociedad de Gestión de Activos
Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), elbanco malo,
la sociedad avalada por el Estado en la que los bancos nacionalizados (Bankia,
Catalunya Banc, NCG Banco-Banco Gallego, Banco de Valencia, Banco Mare Nostrum,
Ceiss, Liberbank y Caja3) han colocado sus activos tóxicos, los escombros de la
burbuja. La mayor inmobiliaria de España no tiene ni un cartel en la puerta.
Entre lo traspasado
por la banca hay ‘resorts’ fantasmas, pisos con morosos, urbanizaciones
okupadas y obras a medias
En el interior hay
un espacio diáfano con pantallas planas en paralelo. El suelo es blanco y por
los ventanales entra la luz. Nada podía estar más lejos de la urbanización
ocupada. Sin embargo, los dos son hijos de la burbuja inmobiliaria, el antes y
el después, el principio y puede que el fin.
Bankia fue
nacionalizada en mayo del año pasado, solo días después de que los gitanos
tomaran La Secuoya. El préstamo cumple con todos los requisitos para pasar
al banco malo. Fuentes de Bankia señalan que ese es su destino,
aunque ni la Sareb ni Bankia confirman que haya sido transferido. No hay
inventario público de lo que ha pasado al banco malo. “Los inmuebles propiedad
de la Sareb corresponden a esta sociedad”, es la respuesta de Bankia.
El banco
malo no solo hereda el préstamo que el promotor dejó impagado, sino
que presumiblemente se llevará las reclamaciones de los compradores, que
pagaron por una vivienda que no han recibido. Guadalupe Sánchez defiende a una
británica que en 2006 dio 71.100 euros como anticipo por una vivienda en La
Secuoya. Pleitea en Valencia contra Bancaja. “Bancaja [hoy Bankia] se opone a
devolver la garantía. Cuando pase a la Sareb, heredará el pleito”, cuenta. Del
promotor solo saben que volvió a Reino Unido.
El banco malo fue
una exigencia de la Comisión Europea hace un año, que lo consideró ideal para
limpiar a la banca de activos inmobiliarios tóxicos. La idea era hacer tabla
rasa, como antes había hecho Irlanda. Se constituyó en noviembre y el 31 de
diciembre recibió el primer gran paquete de activos. Aspira a llegar a 200
empleados pero por ahora solo tiene 100. “Por el volumen que tenemos deberíamos
tener 3.000 empleados, pero solo para contratarlos necesitaríamos dos años, así
que se va a subcontratar casi todo. Estamos construyendo el avión mientras
despegamos”, explican fuentes del organismo. Su web recoge currículos, aunque
no explica qué perfiles buscan.
La Secuoya puede ser
un caso extremo, pero no único. Activistas de laPlataforma de Afectados por la
Hipoteca (PAH) han ocupado un edificio
del banco malo en Salt (Girona) y otro
en Sabadell (Barcelona). Cuando la Sareb pidió el desalojo urgente de
este inmueble, la juez le denegó la petición por “no haber llevado a cabo
conducta alguna encaminada a la efectiva ocupación del inmueble, incumpliendo los
deberes de conservación de los edificios”.
Los afectados por la
hipoteca convocan una protesta contra la Sareb por no destinar pisos
a alquiler social
La Sareb se quedó
con 76.357 viviendas vacías, 6.293 alquiladas, 14.859 terrenos, 8.642 préstamos
a suelo, 3.924 préstamos a obra en marcha, 61.702 préstamos a obra terminada y
otros 16.350 préstamos. Ahí se incluyen todos los inmuebles propiedad de la banca
nacionalizada que superaban los 100.000 euros y los créditos a promotores de
más de 250.000. Todo está valorado en 50.000 millones, lo que pagó por ellos
tras un descuento del 63% en las viviendas y del 45% en los préstamos respecto
a lo que reflejaban los balances de la banca socorrida.
El esquema es
singular. El Gobierno conminó a empresas privadas para que participaran en el
capital del banco malo. Santander, Bankinter, Unicaja, Mapfre, Iberdrola...
entraron en la firma. Estas compañías tienen el 55% de la empresa. El 45%
restante es del Estado a través delFROB, el
instrumento de rescate de las cajas. Pero la Sareb, con los 1.200 millones de
capital que aportaron, no tenía los 55.000 millones que necesitaba para comprar
y mantener los pisos y los préstamos a promotores. Lo que hizo fue emitir deuda
avalada por el Estado para conseguir ese dinero. Es decir, el riesgo es
público, pero esos 55.000 millones no computan como deuda pública ni el agujero
aparece en el balance de los bancos. Es de la Sareb. Y lo ha avalado usted.
La mayor
inmobiliaria de España tiene una web casi de aficionado y no gestiona lo que
tiene, sino que paga una comisión a la banca socorrida para que intente vender
los activos tóxicos que ella generó. Es Bankia quien sigue intentando vender
los mismos pisos, solo que ahora figuran en las cuentas de la Sareb. Los mismo
comerciales que ofrecían pisos caros durante la burbuja ofertan ahora gangas en
nombre del banco malo. La Sareb sí negocia la venta de grandes paquetes a
fondos de inversión internacional, muchos de ellos buitres al acecho de oportunidades.
En algunos casos, los mismos que ganaron con la burbuja comprarán ahora a bajo
precio.
“Ellos [la Sareb] no
han visto lo que hay. No conocen lo que han comprado”, opina José García
Montalvo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra y experto en el sector
inmobiliario. Este señala que la Sareb es la digestión de la “locura de la
burbuja. Era una ficción que se disipará, como todas, con el tiempo, pero antes
alguien tiene que pagarlo”.
Obviamente, no es
todo como la urbanización de Almería. Un poco más al norte, en Alhama de
Murcia, la Sareb ha heredado restos de Polaris World. Lo que nació como un
complejo megalómano en un secarral, el Condado de Alhama, está a medio gas. La
urbanización iba a tener 15.000 viviendas, una ciudad entera para 45.000
personas en medio de la nada, pero se quedó en 3.500. Tras un acuerdo con los
bancos acreedores estos pasaron a gestionar parte del patrimonio y fundaronInversiones en Resorts
Mediterráneos, propiedad de Banco Popular, Banco de Valencia, Banco
Sabadell-CAM y Bankia. La parte que le corresponde a Bankia y Banco de Valencia
está en la Sareb. Eso incluye unas 130 viviendas en la isla, una parte de la
urbanización que debía dar a un campo de golf nunca construido.
La sociedad prevé
liquidar el ‘stock’ en 15 años y dar beneficios a los accionistas. El 45% del capital
es público
Daniel Ormel es un
holandés que hace tres años llegó a Murcia a trabajar como agente de la
propiedad. Es él quien vende, incluso en festivos, los apartamentos a quien se
acerca a comprar en el Condado de Alhama. Hace unos días le llegaron las llaves
para que enseñara los de la isla, 67 metros cuadrados, dos habitaciones y un
baño. “El Banco de Valencia vendía los pisos por 57.750 euros y ahora están
entre 57.750 y 80.000. Han subido”, explica en inglés. En la zona se puede
pasar sin hablar castellano. El 50% de la propiedad es de extranjeros.
El sector tiene la
impresión de que la Sareb está subiendo los precios, aunque la empresa afirma
que busca un valor de mercado caso a caso. Justifica que el argumento es
absurdo, que pretende vender 45.000 viviendas en los cinco primeros años y que
con ese mínimo volumen es imposible que ellos fijen el precio del mercado
porque en España se venden 300.000 viviendas al año.
En el resort hay
otros dos bloques —los jardines 7 y 8— propiedad de la Sareb, según Ormel, pero
aún no están a la venta. Una portavoz del banco malo explica que no se trata de
inundar el mercado de golpe. Por las calles del Condado de Alhama hay poca
gente, aunque los jardines están cuidados, las calles limpias, el campo de golf
funciona y hay seguridad a la entrada. No hay signos de vandalismo.
José Luis González
es un vallisoletano de 67 años, exdirectivo de Renault, que pasa temporadas en
su apartamento del Condado. “Todo el año viven aquí unas 400 familias de forma
permanente. Un 15% de las casas deben de ser de bancos”, cuenta en un alto en
su paseo en bicicleta. Él compró en 2008 y calcula que, desde entonces, los
apartamentos han caído un 30%. Aun así está satisfecho de la compra. Afirma que
los propietarios están al corriente de pago y que la comunidad funciona.
Cuánto paga la Sareb
en gastos de comunidad es otra cifra que la entidad no ha publicado, pero que
debe de ser enorme. Luz, comunidad, agua, seguridad, IBI... corren a cuenta de
la Sareb en toda España. Estos días, tasadores recorren sus propiedades para
realizar auditorías energéticas de las casas, un requisito imprescindible para
vender viviendas a partir de junio.
La Isla del Condado
de Alhama, donde la Sareb vende viviendas. / DAVID RODRÍGUEZ
En Macenas (Almería)
hay un complejo de lujo. Tras el concurso de acreedores del promotor, buena
parte pasó a la banca. “Si quiere información no venga aquí, vaya al banco”,
advierte el guarda de la puerta. Hay seguridad privada y el campo de golf se
mantiene. Parte de la urbanización está a medio construir.
Una portavoz de la
Sareb explica que en su plan de negocio se incluye “una partida poco
significativa” para demoliciones. Son 100 millones de euros. La Sareb ha
recibido 3.200 viviendas a medio hacer, pero no todas requerirán la piqueta. La
entidad insiste en que las promociones a medias no son necesariamente un
problema. Hay fondos de inversión chinos que se han interesado por obras en
construcción. La sociedad negocia su primera gran venta de pisos sin terminar y
viviendas acabadas en Andalucía y Valencia por unos 200 millones, según
Bloomberg. Hay un goteo de ventas a particulares difícil de contabilizar.
Las viviendas se
podrán vender, si se baja el precio o pasan los años, pero más tóxico es lo que
no se ve: el suelo. García Montalvo señala que el verdadero problema de la
Sareb es el terreno: “No hay forma de que en 15 años se vaya a desarrollar
mucho del suelo que tiene”. Un tasador resume la pérdida del valor del suelo:
“El otro día tasé en 200.000 euros un terreno que en la burbuja yo mismo valoré
en cinco millones”. Como su cartera es enorme, la Sareb también ha heredado
parte del suelo en el que se iba a levantar una urbanización en El Palmar
(Cádiz), de la mejor costa virgen de la Península, según Lola Yllescas, de
Ecologistas en Acción, que estudia realizar una oferta sobre el terreno. La
misión de la Sareb es venderlo al mejor postor, que presumiblemente será el que
más quiera construir. El Estado contra su costa.
El plazo de 15 años
es el que se ha marcado la Sareb para liquidar la sociedad y devolver a sus
accionistas los 1.200 millones que pusieron y con una rentabilidad del 14%
anual. Los tres lustros son “un plazo de tiempo suficiente para dar salida a
los activos en el momento más adecuado para ofrecer mayor rentabilidad a sus
accionistas”. En un Power Point, la Sareb cuenta con vender hasta 2027 activos
por 75.810 millones. Según esto, el Estado hará un negocio fabuloso con los
restos del naufragio.
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