El desnudo de Scarlett Johansson interesa más en España que la quiebra de Grecia, cuya materialización sería el final de la Unión Europea, el proyecto democrático entre Estados más interesante de la historia. A las 8 de la tarde, hora española, cuando escribo, es la noticia más leída en las ediciones digitales de El Mundo y de ABC, de unas listas de diez noticias en las que no aparece ninguna sobre Grecia, y es la tercera noticia más leída en las ediciones digitales de El País y de La Vanguardia, en listas en las que tampoco asoma el cataclismo griego.
(Como curiosidad etnográfica, apunto que la noticia sobre esas fotos supuestamente robadas a la actriz estadounidense, y cuya exhibición estaría investigando el FBI, no está entre las más vistas en las ediciones digitales de The Times, de Le Monde, de Le Figaro, de Corriere della Sera, ni de The Guardian).
Pero a lo que iba. Quizá la amenaza de quiebra inminente en Grecia esté ya sirviendo, o eso al menos parece sugerir la subida de las bolsas, para que los gobiernos europeos, que han sido muy negligentes en la gestión de la crisis, enzarzados en mil batallas enanas lamentables, empiecen a caminar en una misma dirección, si no en los asuntos políticos, para lo que falta todavía, y desgraciadamente, mucho trabajo en común, a falta de una Constitución, sí al menos en los asuntos económicos.
Incluso Berlusconi, cuya idea de la democracia me pone los pelos de punta, pronunció hace unos días una idea certera: “Europa es un gran cuerpo con una cabeza muy pequeña”. No se trata de hacer ahora una cabeza gigantesca, sino de modelarla de acuerdo al tamaño del cuerpo... y llenarla de ideas.
Europa tampoco debe mantener mil políticas económicas y monetarias diferentes, como hasta ahora, porque esa dispersión hace que todo el sistema, y sus evidentes logros, se vuelva más frágil, más vulnerable, menos eficaz. Y es evidente que esa inestabilidad hace que aumente la desconfianza hacia la democracia y hacia la idea misma de un proyecto conjunto de apoyo y colaboración. Los rebrotes populistas, nacionalistas y xenófobos surgen en Finlandia y llegan hasta Hungría, y pasan también por Francia, donde puede hacer mucho daño, con el cantado aumento electoral del Frente Nacional de Marine Le Pen, cuyo programa basura, preparado para atraer a votantes de la derecha, por supuesto, pero también de la izquierda, con la defensa de un estado social muy fuerte y ajeno al mundo exterior.
Hace unos meses aprendí en un documental que la mayor parte de las especies en extinción de la Tierra están en islas: Europa no puede convertirse en un conjunto de islas alienadas.
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