jueves, 25 de agosto de 2011

El exilio del hombre es la ignorancia, su patria es la sabiduría, a la que se llega por las artes liberales, como por otras tantas ciudades.



HONORIO DE AUTÚN (1090-1152):
EL EXILIO Y LA PATRIA DEL ALMA,
O SOBRE LAS ARTES1
Traducción de César Raña Dafonte (Universidad de Santiago de Compostela)2

PRÓLOGO [1241D]
A Tomás que ha obtenido por suerte el honor de un nombre apostólico, adornado con los muchos dones de la Sabiduría3, Honorio que mereció vislumbrar en la gloria del Padre a aquel a quien el escéptico Tomás mereció tocar en la tierra.
Dado que con mirada atenta observas a muchos que desean con gran nostalgia la patria, y, sin embargo, aprecias que avanzan por rutas extraviadas al desconocer el camino; me exhortas, varón óptimo, a mi, como experto en las rutas, a que les indique el camino, y les designe por escrito los caminos más adecuados: a fin de evitar que, extraviándose [1242D] del camino verdadero, se retrasen por haberse desviado y se alejen más de la patria; como en otro tiempo [los judíos] después de salir de Egipto 4, y, dirigiéndose hacia la patria no sólo con pasos corporales, sino también con el corazón, anduvieron errantes por el desierto, y de ningún modo llegaron a la patria deseada. Ahora bien, yo, no me apropiaré del camino con la envidia que destruye, sino que intentaré buscar con diligencia las cosas piadosamente aconsejadas y conduciré a los que se esfuerzan por lugares que no conocen, a la patria verdadera, y abandonaré en las tinieblas del error a los celosos, a los envidiosos, a los corruptos de corazón, por ser indignos de la patria. [1243A] También tú, iluminado por el estudio, ve delante de los perezosos, empuja a los negligentes, obliga a los que no quieren: lleva con ánimo a los que quieren y no pueden por un camino placentero a la patria deseada: y rechaza a los hijos, mejor dicho, siervos de la envidia, incluso si rivalizan por seguir, y libra al justo de los perros y quita las
perlas a los cerdos5.


Cap. 1. El exilio del hombre es la ignorancia, su patria es la sabiduría, a la que se llega por las artes liberales, como por otras tantas ciudades.

Así como el pueblo de Dios tenía el exilio en Babilonia y su patria en Jerusalén6, del mismo modo el exilio del hombre interior es la ignorancia y su patria es la sabiduría. En efecto, los que se instalan en la ignorancia son como moradores de una región oscura, por lo que se llaman hijos de las tinieblas (I Tes. 5,5). Por el contrario los que abrazan la sabiduría son como moradores de una región brillante, y por ello se llaman hijos de la luz (I Tes. Loc. cit.). [1243B] El camino desde este exilio hacia la patria es la ciencia, porque la ciencia versa sobre la naturaleza, y la sabiduría, en cambio, se centra en lo divino. Este viaje no se ha de realizar con pasos corporales, sino con el empuje del corazón. En efecto, este camino conduce a la patria a quienes tienden a ella, mediante diez artes y los libros que las contienen, y, por así decirlo, a través de otras tantas ciudades y villas que las sirven. Este número diez es muy simbólico. Pues, por una parte, la ley divina consta de diez mandamientos, y, por otra, la sabiduría mundana se encierra en las diez categorías. Incluso la Iglesia se compara con diez vírgenes7; este número también se establece como base de toda numeración; asimismo, a los trabajadores de la viña8 se les promete un denario.

Para seguir leyendo:


1 Texto original latino, en PL, 172, 1241D-1246A. Honorio, sacerdote secular y maestro en la escuela catedralicia de Autún (Borgoña), se retiró a un monasterio benedictino donde escribió sus obras. El opúsculo que recogemos es un claro ejemplo de las ansias de ilustración intelectual en el siglo XII, de los programas de los estudios, así como del estilo claro y pedagógico del autor.
2 Agradezco vivamente al distinguido Profesor Atilano Domínguez su generosa colaboración en esta traducción.
3 No pude identificar a la persona llamada Tomás, a quien dedica el Opúsculo. En todo caso se trata de alguien
muy conocido de Honorio, de gran relieve en la época. Incuso le dedica otro opúsculo: Libelus XII Quaestionum.
4 Éxodo, Caps. 5 y 6.
5 Mat. 7,6.
6 Salmo 136, 1-6

Fuente:
Revista Española de Filosofía Medieval, 17 (2010), ISNN: 1133-0902, pp. 171-179

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