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Bukowski (1978)
En su atípico salón, nada más entrar en su casa, bajo la cúpula de cristal que ilumina la sala, la estantería de la entrada a la derecha luce los volúmenes más decorativos: ediciones antiguas y libros de arte. Junto a la mesa del comedor, funcional, en la que se acumulan algunas pilas de tamaños controlables, otra gran librería medio vacía, que respira, es donde están durante un semestre como mucho los nuevos libros. "Los que ya no me interesan los coloco allí, detrás de la puerta", comenta el crítico. Pivot no sabe cuántos libros tiene, ni le interesa. Están de paso y los va regalando: a su hermana germanófila van dirigidos todos los que son alemanes, miles de obras han ido a parar a la biblioteca municipal de su pueblo y ahora está donando a las cárceles. Pero hay unos que son especiales: están en su despacho, donde cohabitan con dibujos dedicados por Eduardo Arroyo, alguna fotografía, recuerdos de sus mundiales futboleros -Pivot ha sido también periodista deportivo- y un macbook plateado. Una estantería adaptable de madera, que le ha acompañado en sus tres últimas mudanzas, y que en cada una de ellas ha ido perdiendo un poco de superficie, se extiende ahora por las tres paredes principales, dejando espacio solamente para la gran ventana que da a un pequeño jardín interior. "Los únicos libros que me interesan son estos, los tengo anotados, con ellos tengo una relación afectiva, de reconocimiento".
Alexandre Soljenitsyne. Apostrophes (1975.04.11)
Bernard Pivot à la Fnac Montparnasse pour son dernier livre "Les mots de ma vie"
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