lunes, 30 de abril de 2012

Ópera en directo - 28/04-2012


Die Walküre - Wagner

Siegmund.....Frank van Aken (Tenor)
Sieglinde..... Eva-Maria Westbroek (Soprano)
Hunding.....Hans-Peter Konig (Bass)
Wotan.....Bryn Terfel (Baritone)
Fricka.....Stephanie Blythe (Mezzo-Soprano)
Brunnhilde.....Katarina Dalayman (Soprano)
Gerhilde.....Kellie Cae Hogan (Soprano)
Ortlinde.....Wendy Bryn Harmer (Soprano)
Waltraute.....Marjorie Elinor Dix (Soprano)
Schwertleite.....Mary Phillips (Soprano)
Helmwige.....Molly Fillmore (Soprano)
Seigrune.....Eve Gigliotti (Mezzo-Soprano)
Grimgerde.....Mary Ann Mccormick (Mezzo-Soprano)
Rossweisse.....Lindsay Ammann (Mezzo-Soprano)

New York Metropolitan Opera Orchestra
New York Metropolitan Opera Chorus
Fabio Luisi.....Conductor.
Live from The Met

April 28, 2012

domingo, 29 de abril de 2012

Pensar para saber vivir

Nuevas colecciones de libros, espacios de debate y programas de radio y de televisión surgen con el propósito de llevar el pensamiento a una amplia comunidad de lectores, oyentes y espectadores que buscan “herramientas para entender lo que pasa”


Ilustración de Ronan de Calan en 'El fantasma de Karl Marx', de Donatien Mary (errata naturae).
 
Tardo un mes en convencer a los alumnos no ya de que lo que explico es interesante, sino de que tiene sentido”. La afirmación es de un profesor de filosofía de secundaria y refleja el desánimo de quien sabe que parte de quienes asisten a sus clases lo hacen por obligación, sin interés por la materia o, lo que es peor, convencidos de que lo que allí se explica no tiene nada que ver con el mundo. El problema es que no todos los profesores se incomodan por este asunto. Para algunos, la continuidad de la asignatura en los planes de estudio garantiza horas de clase y el sustento. Así pues, que les den a los chavales. El resultado es una tribu de resentidos que, cuando oyen la palabra filosofía simplemente desconectan, convencidos de que detrás solo hay una jerga incomprensible que pretende describir el ser y se queda en nada.
Y, sin embargo, otra filosofía es posible. Lo saben bien autores que gozan de no pocos lectores, como Fernando Savater o Jesús Mosterín. Y lo demuestra el hecho de que la filosofía encuentre acomodo en la televisión —Pienso, luego existo, en La 2— o en la radio —Manuel Cruz, en La Ventana (cadena SER; Javier Sádaba en No es un día cualquiera (RNE)—. Y hay más: varias editoriales se lanzan a encontrar lectores fuera del ámbito académico. Ahí está la colección Great Ideas (Taurus), con textos de Kant, San Agustín o Trotski, que intentan divulgar “las ideas que cambiaron el rumbo de nuestra historia”. Errata naturae publica Los Pequeños Platones, serie de volúmenes dirigidos a despertar el interés de los más jóvenes. La editorial Herder difunde obras tan clásicas del pensamiento como El Príncipe, de Maquiavelo, o Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, nada menos que empleando los métodos narrativos del manga.
Que hay un renovado interés por la filosofía, más allá de los muros de la academia, se puede comprobar, además de con lo antedicho, asistiendo a las charlas que organiza la Fundación March, en Madrid, cuyo director, Javier Gomá, publica ahora Todo a mil (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), un volumen que recoge artículos publicados en las páginas de EL PAÍS y que él mismo subtitula como ‘Microensayos de filosofía mundana’.
“La filosofía es la única disciplina
que se plantea las grandes preguntas
que afectan a todo el mundo”,
dice Victoria Camps
Autores y editores coinciden en afirmar que la gente busca en la filosofía “herramientas para entender lo que pasa”. Durante los últimos siglos, dice Gomá, la filosofía ha cumplido una función fomentando “un aumento de la autoconciencia”, una cultura de la liberación que culmina en los años sesenta y setenta. Pero hoy, lo que acucia a los ciudadanos es diferente: “El problema no es ser yo mismo sino cómo vivir juntos. Cómo ser libres juntos”. Y para esto, la filosofía tradicional, cree, no da respuestas claras. De ahí que el público busque otras vías. “Hay una demanda social que la academia no satisface”, sostiene, porque “la universidad es fuente de conocimiento, pero no de sabiduría. No resuelve los problemas éticos”. Además, la filosofía académica se presenta, con frecuencia, como una jerga oscura y, a veces, banal.
“Hay una demanda más allá de la academia de herramientas para comprender el mundo”, coincide incluso en las palabras Manuel Cruz, catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad de Barcelona y habitual en la cadena SER. “Tenemos la sensación de que el mundo es cada vez menos comprensible. Hasta hace una década, la academia podía criticar la idea de progreso, pero la gente tenía asumido que se iba mejorando. La crisis abre una nueva perspectiva. El progreso invita a mirar hacia el futuro; la crisis nos pide que miremos hacia atrás para ver cuándo nos hemos equivocado”. Y se acude al filósofo porque es quien “levanta acta del sentido del mundo”. Aunque él mismo no deja de añadir: “Porque tiene sentido, ¿no?”.
“La filosofía es la única disciplina que se plantea las grandes preguntas que afectan a todo el mundo. Las demás no se hacen cargo de la totalidad. Ni siquiera la religión, y menos ahora que ya no es hegemónica”, dice Victoria Camps, que acaba de jubilarse de la Universidad Autónoma de Barcelona y prepara una breve historia de la ética para un público amplio. Con todo, añade, siempre ha habido filósofos que se hacían entender y otros que resultaban “crípticos o abstractos”. La característica de los primeros y de los textos destinados al gran público es que no pierden “la conexión con la vida real” y son capaces de hacerla evidente para el lector.
Hay una palabra que citan todos los autores y editores consultados: claridad. Camps no duda en citar a José Ortega y Gasset: “La claridad es la cortesía del filósofo”. Fernando Savater es autor de varios títulos con gran acogida de público. El que más, Ética para Amador, que cumple ahora 21 años. “La filosofía habla de cosas interesantes, pero a veces se presenta de forma que intimida y que resulta incomprensible”. La idea del libro se la dio una amiga, profesora en un instituto de Barcelona. “Hoy tal vez no me habría atrevido”, apunta. Que funciona lo sabe él bien, por las ventas y por los encuentros que desde entonces ha mantenido y mantiene con estudiantes de secundaria. “Los jóvenes están en la edad de la filosofía y ese interés se recupera en la vejez”, dice. Pero para llegar a ellos hay que empezar por apearse de la tradición académica: “Las citas de autoridad no sirven. No se puede empezar apelando a la historia de la filosofía. En cambio, se interesan por los temas: la muerte, la verdad, la justicia, la naturaleza. Son importantes la agilidad y el humor”, cuenta. Temas como los que cita el pensador donostiarra y otros como los derechos humanos o la inmigración son los que trata el novelista y profesor de bachillerato Ismael Grasa en La flecha en el aire. Diario de la clase de filosofía (Debate). “Savater se adelantó 20 años a la actual demanda de filosofía para el gran público”, dice Francisco Martínez, responsable de Ariel, la editorial que tiene en su catálogo Ética para Amador. Martínez añade que está convencido de que hoy hay “una exigencia de herramientas para la reflexión”, a la vez que de “claridad”.
“Los jóvenes están en la edad de la filosofía
y ese interés se recupera en la vejez”, afirma Fernando Savater
Si una amiga fue la musa de Savater, la idea para la serie de libros de bolsillo de Jesús Mosterín que narra la historia del pensamiento (Alianza) le vino de un texto previo. “Tuve la inspiración a partir de la Historia de la filosofía occidental de Bertrand Russell. Me enteré de que él había vivido una época de los derechos de esa obra a la que siempre tuve gran simpatía. Cuando me pidieron un prólogo para la edición castellana lo escribí y luego me puse a redactar mis textos”, recuerda. Una colección que —tras ocuparse del pensamiento griego, indio o chino— termina ahora con el volumen dedicado al islam. “Este tipo de escrito exige mucha claridad, mientras que en algunos círculos filosóficos hay cierta tradición de oscuridad”. Pero si la claridad es una virtud para el lector, la libertad es un premio para el autor: “Al ser textos fuera del programa académico, tengo gran libertad en el tratamiento y en la selección de temas y autores. En el caso del islam, he elegido algún poeta, astrónomo y matemático y le dedico bastante espacio porque creo que así se entiende mejor todo y eso no podría hacerlo si tuviera que ceñirme al temario de una asignatura”.
La libertad en el tratamiento es también clave en las nuevas colecciones. Si hace dos décadas el noruego Jostein Gaarder adoptó la narrativa en El mundo de Sofía (Siruela), la serie Los Pequeños Platones, dirigida a niños de entre 9 y 13 años, abandona el ensayo, tradicional en el pensamiento, para optar por la ficción. “Hay que buscar caminos para transmitir las ideas a los niños y esta colección se inclina por dos elementos: la asociación de las ideas con la vida del personaje y el recurso a la imagen”, explica el director de errata naturae, Rubén Hernández. Él compró los primeros títulos de la edición francesa hace un par de años. “Mi intención no era publicarlos, sino leerlos”. Y al hacerlo empezó a pensar en la posibilidad de que hubiera un público que los acogiera, de modo que decidió adquirir los derechos y traducirlos al castellano. “Es un proyecto con algún nivel de riesgo, ahora que la filosofía se retira hasta de las escuelas, pero creemos que hay un público dentro y fuera de los colegios. Sabemos que se venden más los libros de piratas y princesas; el público del ensayo es minoritario en general, no solo entre los jóvenes”. De momento están en las librerías los textos dedicados a Kant y a Diógenes el cínico y está casi listo el dedicado a Karl Marx.
La libertad en el tratamiento es, también, el hilo conductor de las obras que publica la colección Manga de Herder. Obviamente, con dibujos de este estilo. El origen es, en este caso, Japón, y de momento han salido dos títulos filosóficos (Así habló Zaratustra y El Príncipe) además de La divina comedia, de Dante. Los editores llevarán la colección al próximo Salón del Manga de Barcelona, al tiempo que presentan las obras en los centros de enseñanza. “En los institutos, por supuesto, pero también en la universidad”, explica un portavoz de la editorial. Hace unos días, entregaron la edición del texto de Maquiavelo a la profesora de filosofía del Renacimiento de una universidad catalana, quien lo llevó al aula y lo mostró a los estudiantes. “Nos dijo que lleva libros a clase con frecuencia, pero que era la primera vez que un volumen había pasado por las manos de todos los alumnos”. La colección cuenta también con un blog (losmangasdeherder.com) que acoge los comentarios de los lectores.
Mucho más fiel a los textos originales es la colección Great Ideas, de Taurus, con siete títulos en la calle. El origen es también foráneo, en este caso la editorial inglesa Penguin. Pero los editores españoles piensan, además de traducir títulos, en introducir otros de producción propia dedicados a autores españoles e hispanoamericanos. El primero, Ortega y Gasset, explica Inés Vergara, responsable del proyecto. En estos momentos están negociando con sus herederos los derechos correspondientes. “Los volúmenes son fieles al texto original, pero el lenguaje es más claro, se han eliminado las notas y se ha seleccionado lo esencial”. Se trata, explica, de “dar a conocer al lector la obra de cada autor partiendo del respeto al texto, de modo que sirva como una introducción que genere ganas de seguir leyendo”. La selección de autores no se limita, en este caso, a pensadores catalogados tradicionalmente en el campo de la filosofía. También los hay procedentes de la política (Trotski), la literatura (Proust, Shakespeare y Tagore) y la ciencia (Darwin).
Jesús Mosterín: “Este tipo de
escritos exige claridad,
mientras que en algunos círculos
hay tradición de oscuridad”
“Abrir puertas al pensamiento” es la expresión que emplea Lluís Carrizo, director del programa Pienso, luego existo, con una primera serie emitida en La 2 —puede verse en Internet: www.rtve.es/alacarta/videos/pienso-luego-existo— y una segunda en preparación. “El esquema es la biografía intelectual, apoyada en aportaciones de sus contemporáneos”, dentro de un programa dirigido al gran público pero tratando, como en el caso de los textos de Taurus, de no desvirtuar el discurso del autor. El resultado, concluye, “es que se abren más puertas que se cierran y que las respuestas de los entrevistados contribuyen a generar nuevas preguntas”.
La biografía intelectual, recuerda Victoria Camps, es un modelo frecuente para la divulgación y cita a Rüdiger Safranski y sus libros sobre Heidegger o Schopenhauer (en Tusquets). En el mismo saco cabrían otros textos como El atizador de Wittgenstein (Península), de David J. Edmonds y John A. Eidinow, que reconstruye un encuentro entre el autor austriaco y Karl Popper. No obstante, Camps distingue entre el empleo de un lenguaje claro y los casos extremos de vulgarización. “Filósofos claros los ha habido siempre. Por citar algunos: Russell, Montaigne o Stuart Mill”. Cruz, por su parte, elige a Ortega, Unamuno y Savater entre quienes son capaces de llegar al gran público sin perder contenido. El documental televisivo, en cambio, es algo diferente, opina Camps: “La televisión da prioridad a la imagen, lo que conlleva cierta simplificación, cierta superficialidad y la exigencia de brevedad, reñida con el pensamiento reflexivo. Porque esta brevedad no tiene nada que ver con otros esquemas, como el aforismo, que ha dado mucho juego en filosofía”.
Claridad y atención al mundo real. Esas son las dos principales características de la nueva oleada filosófica, fuera de los muros de la universidad. Pero también cabe la posibilidad de profundizar. Los seminarios de la Fundación March, señala Gomá, se componen de dos tipos de sesiones. En una, la persona invitada, que normalmente está trabajando en un libro, imparte una charla para un público amplio. Se trata de un acto abierto a todo el que quiera asistir. Al día siguiente, se celebra una segunda sesión con el autor y unos pocos elegidos, previamente pactados con él, a quienes se han entregado las ideas generales de la futura obra. El objetivo es discutirlas, “anticipar el momento de la crítica”, en expresión de Gomá, quien está especialmente interesado en que el pensamiento se difunda, “impresionado”, dice, por la experiencia vivida en Estados Unidos donde hay profesores universitarios que escriben textos cuyo destino más seguro es el anaquel de una biblioteca. “Son solo para colegas”. Frente a ello, propone un discurso que sirva “para cualquier hombre”, que satisfaga la “demanda de sentido”. Con todo, esa atención al mundo real no debería llevar a perder de vista que hay “una diferencia importante entre el tiempo periodístico” atento a veces a lo efímero, y “el tiempo filosófico” que tiene una especie de “consistencia geológica” y cuya palabra puede “fecundar a los hombres cultos de su tiempo”.
La colección
Los Pequeños Platones mezcla la biografía,
la imagen y la ficción narrativa
Coincide en parte con Jesús Mosterín, para quien hay “un cierto nacionalismo del presente. Una obsesión por el hoy, aunque resulte trivial”; de ahí que defienda, desde el punto de vista intelectual, la conveniencia de “ampliar el horizonte y dirigir la curiosidad a otras épocas que no eran menos interesantes desde la perspectiva del pensamiento. Viene bien no ser prisionero del presente y permitir que la vida espiritual se desparrame en el tiempo”.
Claroscuros
La acusación de oscuridad hacia los filósofos no es una novedad. Ya Heráclito fue apodado el oscuro. Y, por supuesto, Hegel. Este último fue calificado así por los filósofos de la Escuela de Fráncfort. Entre ellos, Theodor Adorno, quien no pasará a la historia por su claridad expositiva. Los textos de Platón, en cambio, son diáfanos y Eugenio Trías ha destacado la coincidencia entre algunas de las fórmulas narrativas de este autor y de la tragedia griega. No son tan claros los escritos de Aristóteles. Al menos, los que han llegado hasta nuestros días, arropados por una aureola de misterio. Dice la tradición que Aristóteles escribió dos tipos de textos: los exotéricos, destinados a ser difundidos en público y hoy perdidos, y los esotéricos, que son los que han sobrevivido. Algunos de los primeros eran diálogos al estilo de Platón y de gran belleza compositiva. Nada que ver con la aridez de algunos de los tratados disponibles, que tras unos años ocultos fueron reordenados por Andrónico de Rodas. Epicuro es clarísimo, como corresponde a alguien que dejó escrito que todo hombre es filósofo. Las críticas más duras hacia el estilo de un filósofo son las que hicieron algunos pensadores del Círculo de Viena a Martin Heidegger. Tras establecer un rígido criterio sobre cómo debe ser una oración para ser considerada significativa, afirmaron que muchas de las de Ser y tiempo no son ni verdaderas ni falsas, simplemente, carecen de significado.

jueves, 26 de abril de 2012

ZONA MACO: México, entre delfines y sirenas

http://blogs.elpais.com/sin-titulo/2012/04/zona-maco-m%C3%A9xico-entre-delfines-y-sirenas.html

 

ZONA MACO.SaraH Lucas En Lisson GalleryZONA MACO.Obras de Sarah Lucas En Lisson Gallery
Por Ángela Molina

A los elogios tan exageradamente concedidos a ARCO-Madrid en su versión casi fenecida para la mayoría de galeristas y coleccionistas, se contrapome la naturalidad y discreción con que la feria de arte contemporáneo ZONA MACO se desarrolla estos días en el D. F. La feria de Ciudad de México es la más importante de Latinoamérica, y en su octava edición rebosa una vitalidad no exenta de cautela. Un formato abarcable permite pasear por los stands con una serenidad de cielos despejados, sin nubarrones que avisen del descalabro institucional. Se trata de una feria privada -que cuenta con el apoyo cada vez mayor del Gobierno del Distrito Federal- que acoge a 115 galerías internacionales (15 españolas) y que goza de muy poca difusión mediática, un alivio para el mercado, tan poco adicto a los remordimientos.
En ZONA MACO el encuentro con el arte latinoamericano es casi oceánico, arrastrado por los delfines
Kurimanzutto y OMR (D.F.), con otros peces no menos ágiles, como Lisson Gallery y Max Wigram (Londres), Galleria Continua (San Gimignano), Friedrich Petzel (Nueva York), Thomas Schulte (Berlín) y La Caja Negra (Madrid). El nivel de sus stands es razonable, aunque si se midiera el éxito de una feria por la cantidad de piezas susceptibles de acabar en importantes colecciones públicas, entonces ya no cabría hablar de delfines sino de sirenas. Porque en el saneamiento de la orilla, finalmente encontraríamos muy pocos, escasísimos nombres de calidad, como el siempre discreto y vehemente Henrique Faría (Nueva York), que presenta el diario de viaje de Carlos Ginzburg por tierras mexicanas en 1980, narrado en 21 paneles fotográficos. En otro stand de la sección Zona MACOSUR, (comisariada por Patrick Charpenel) el mismo Faría ha desplegado la biblioteca del artista Emilio Chapela, en Homenaje a Roland Barthes. Otra particularidad la pone Patricia Esquivias (Murray Guy, Nueva York) en sus vídeo-relatos dedicados al floklore español. El artista mexicano Pedro Frideberg hace una crítica al desbordamiento sin control de las casas baratas en D. F., en su cuadro escultura El infonavit de las cucarachas (Galería GAM, D.F.). Los Spoerri de la galería Krinzinger de Viena (sus famosas mesas después del ágape) fechados entre 2009 y 2010, demuestran la improbabilidad de que se rehabilite con éxito una obra que pertenecía a una época, y sólo a esa.
El modelo de ZONA MACO sobrevivirá a pesar de los malos años que nos esperan y a pesar, también, de su inédita y delirante sección de diseño, 12 galerías mexicanas en un despliegue de barroquismo y vulgaridad.
La feria mexicana encara la crisis con curiosidad, burla y farsa. Sabe que tiene su espacio preeminente en el mercado del arco latino pero ayudará a que otras (Bogotá, Buenos Aires) se hagan también un sitio. Resume la esencia de un proyecto continental, de una región del mundo que siempre ha abogado por una versión flexible e inacabada de un arte que explique por qué el trabajo del artista es valioso para la sociedad.

 
ZONA MACO.Mahomi Kunkata, en Kaikai Kiki de TokyoZONA MACO. Mahomi Kunkata, en la galería Kaikai Kiki de Tokyo

lunes, 23 de abril de 2012

La Britannique Virginia Woolf.

LE MONDE DES LIVRES | • Mis à jour le
Virginia Woolf affirme qu'elle ne serait jamais devenue écrivain si son père n'était pas mort quand elle avait 22 ans. La mort des proches, comme une émancipation. Le deuil, comme un privilège dont on jouit. Tirer plaisir, naître du deuil. Et il y en a beaucoup, autour d'elle. Les fantômes sont des amis proches. Elle perd sa mère à 13 ans, puis sa demi-soeur à 15 ans, puis son père, puis son frère, deux ans plus tard. On oublie moins facilement les morts que les vivants. Il lui faut vivre avec plein de monde en elle.
On croit beaucoup de choses fausses à propos de Virginia Woolf. On croit qu'elle était folle. Il faut lire Viviane Forrester (Albin Michel, 2009), sa fougueuse et enthousiasmante déconstruction de la biographie écrite par Quentin Bell (Stock, 1973-1974), encore considérée comme officielle. Ni folie ni frigidité. Des accès dépressifs. On en a tous. Et on se remettrait pour beaucoup d'entre nous moins vaillamment que Virginia Woolf de la longue litanie de deuils qu'elle doit supporter.
Virginia Woolf, cette femme que le mariage n'hétérosexualise pas, que le mariage ne transforme pas en mère, que l'amour lesbien n'homosexualise pas. Entre les pages de laquelle on s'endort homme et on se réveille femme. Même les siècles perdent leurs rigidités, le temps se fait flexible. Cette dépressive que l'accablement n'empêche pas d'imprimer ses marques à la surface du réel. Dans les textes de Virginia Woolf, on est toujours entre frontières. On survole les habitations sans toits, et les cerveaux ouverts à tous vents. Woolf se réfère beaucoup à l'eau, mais c'est l'air qui régit ses textes. Le ciel. Là d'où les morts nous regardent.
1941. Folie collective. Qu'est-ce que l'écrivain peut faire avec ses mots, sous les bombardements, si ni la colère ni le politique ne lui sont permis par ceux qu'il considère comme ses lecteurs ? Et même. Qu'est-ce que l'écrivain peut faire pour empêcher la guerre. Sous les bombes, que vaut cette activité vaine et absurde, travailler sur la phrase, le mot, le signe de ponctuation, le saut à la ligne. Qu'est-ce qu'on fait avec des mots, en temps de guerre, quand on s'appelle Virginia Woolf. Qu'on est de cette haute bourgeoisie antisémite par tradition, et qu'on a épousé un juif pauvre, et qu'on figure sur les listes noires du IIIe Reich.

sábado, 21 de abril de 2012

Primo Levi, el justo

http://www.gara.net/paperezkoa/20120411/333844/es/Primo-Levi-justo

Una fecha tan redonda sirve al autor para recuperar la figura del escritor italiano Primo Levi (1919-1987), un resistente antifascista y supervivente de los campos de concentración nazis, autor de obras básicas como «Si esto es un hombre».

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Iñaki URDANIBIA Crítico literario
Fue un 11 de abril, el de 1987, cuando el escritor italiano se arrojó por el hueco de la escalera de su domicilio turinés. La sorpresa fue mayúscula, pues todo hacía pensar que las heridas de su encierro en Auschwitz ya habían sido superadas. Tan inesperado resultó el luctuoso hecho que algunos, entre ellos Jorge Semprún, llegaron a afirmar, contra todo principio de realidad, que su muerte había sido un accidente. No se daba crédito a la tajante decisión del autor de «Si esto es un hombre», más aún teniendo en cuenta el enfrentamiento que había mantenido con Jean Améry, con quien coincidió en el siniestro campo de concentración. Améry (de nombre real Hans Mayer, 1912-1978) era de la opinión de que tras la herida sufrida no había otra salida que el suicidio. Tal pensamiento negro no era del gusto de Primo Levi, quien dedicó al autor de «Más allá de la culpa y la expiación» -calificándole de «filósofo suicida»- uno de los ensayos que componen sus reflexiones tras su visita al campo de la muerte cuarenta años después: «Los hundidos y los salvados».

jueves, 19 de abril de 2012

Masificación y frivolidad

El escritor durante un discurso en marzo | Paolo Aguilar
El escritor durante un discurso en marzo | Paolo Aguilar
Mario Vargas Llosa critica la degradación del concepto de cultura y la entronización de los espectáculos o la 'cultura del gran público' en su nuevo libro, 'La civilización del espectáculo', publicado esta semana por la editorial Alfaguara.
Seis son los bloques en los que vertebra el escritor la metamorfosis del concepto de cultura, aunque todos ellos muestran la evidencia de que se está ante un irrefrenable cambio de paradigma cultural. En sus páginas, el Nobel hace una dura radiografía sobre el mundo actual, en el que la creciente banalización del arte y la literatura o el cine hace que triunfen todos los productos 'light', ligeros o fáciles.
En su nueva obra, que estaba escribiendo en Nueva York cuando recibió la noticia de que había conseguido el Nobel de Literatura, señala: "No es extraño que la literatura más representativa de nuestra época sea la fácil, una literatura que sin el menor rubor se propone ante todo, sobre todo y casi exclusivamente, divertir"
Según Vargas Llosa, "este pequeño ensayo" no aspira a abultar las numerosas interpretaciones sobre la cultura contemporánea, "solo quiere dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se entendía por cultura cuando mi generación entró a la escuela o a la universidad y la abigarrada materia que la ha sustituido, una impostura que parece haberse realizado con facilidad".

Masificación y frivolidad

Asimismo, denuncia la "masificación" y la "frivolidad" de la cultura de nuestro tiempo, en donde los deportes han adquirido "una importancia que en el pasado solo tuvieron en la antigua Grecia". En este sentido, asegura que los grandes partidos de fútbol sirven sobre todo como "pretexto y deshago a lo irracional, de regresión del individuo a su condición de parte de la tribu o de pieza gregaria en la que amparado en el anonimato cálido de la tribuna, el espectador da rienda suelta a sus instintos agresivos de rechazo al otro".
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Aunque había estrenado un drama en Piura y publicó un libro de relatos, 'los jefes', que obtuvo el Premio Leopoldo Alas, su carrera literaria cobró notoriedad con la publicación de 'la ciudad y los perros', Premio Biblioteca Breve en 1962 y Premio de la Crítica de 1963.
En 1965 apareció su segunda novela, 'la casa verde', que obtuvo el Premio de la Crítica y el Premio Internacional Rómulo Gallegos. Ha obtenido importantes galardones literarios, como el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias, el PEN/Nabokov y el Grinzane Cavour.
Posteriormente ha publicado piezas teatrales como 'las mil noches y una noche', estudios y ensayos como 'la orgía perpetua', 'la verdad de las mentiras', 'la tentación de lo imposible y El viaje a la ficción', 'el pez en el agua' son sus memorias, relatos como 'los cachorros' y, sobre todo, novelas: 'conversación en La Catedral', 'Pantaleón y las visitadoras', 'La tía Julia y el escribidor', 'La guerra del fin del mundo', 'La Fiesta del Chivo', 'El Paraíso en la otra esquina', 'Travesuras de la niña mala' o 'El sueño del celta'.

martes, 17 de abril de 2012

Línea directa al Medievo

Plaza Guipúzcoa de Hondarribia.





  • En principio, poco tendría que ver la guipuzcoana Hondarribia, con su (intacto) barrio de pescadores, con Sigüenza, en la sierra norte de Guadalajara. Pero son dos de los 12 municipios (dos de ellos portugueses) que integran la Red de Ciudades y Villas Medievales (www.villasmedievales.com) vertebrando la Península al completo. Su legado histórico (y su gastronomía, sus costumbres, su literatura...) las precede. Las conocemos a continuación.
    1. 1. Hondarribia (Guipúzcoa)
      Un casco histórico declarado Conjunto Monumental, un castillo (el de Carlos V) reconvertido en parador nacional, unas murallas (las únicas que conserva una ciudad guipuzcoana) encargadas de recordar su pasado épico. Son las claves de Hondarribia, esta elegante plaza fuerte situada en la desembocadura del río Bidasoa, al noreste de Guipúzcoa. Más información en
      www.bidasoaturismo.com.
    2. 2. Laguardia (Álava)
      La cultura vinícola inunda cada rincón de esta villa enclavada en el corazón de La Rioja Alavesa. Por eso, sus bodegas (y las vistas de sus viñedos) son ya la excusa perfecta para una escapada. Pero hay más: la Plaza Mayor porticada, la casa natal del fabulista Félix María Samaniego, la fachada gótica de la iglesia de Santa de los Reyes, el Paseo de la Cigüeña... Más información en
      www.laguardia-alava.com.
    3. 3. Estella-Lizarra (Navarra)
      La cultura es uno de los puntos fuertes de esta localidad al oeste de Navarra. La prueba está en sus tradicionales semanas de Estudios Medievales, de Música Antigua o la Sefardí. Normal tamaño legado teniendo en cuenta que su origen está en 1090, aunque el auge llegó en el siglo XII. Por algo esta ciudad-camino pronto se convirtió en escala señera de la peregrinación compostelana. Más información en
      www.turismotierraestella.com.
    4. 4. Sos del Rey Católico (Zaragoza)
      La siguiente parada lleva a la aragonesa Sierra de la Peña, donde se asienta Sos del Rey Católico, declarada Bien de Interés Cultural. Sus casas de piedra de sillería y mapostería, sus portadas con dovelas y escudos, sus ventanales góticos... Todo merece una visita en la villa natal de Fernando II de Aragón. De ahí su nombre. Más información en
      www.sosdelreycatolico.com.
    5. 5. Almazán (Soria)
      La red medieval también pasa por esta villa amurallada del alto Duero surgida en el siglo XII a raíz de la unión de 10 parroquias románicas. Su condición de ciudad de frontera le obsequió con un potente cerco amurallado con cuatro puertas mayores. Más información en
      www.almazan.es.
    6. 6. Sigüenza (Guadalajara)
      El universo culinario forma parte indisoluble de esta particular red. Y Sigüenza, con sus guisos a base de caza, su trucha escabechada o sus repostería conventual, es un buen ejemplo. Para bajar tan copioso menú, se recomienda recorrer sus imponentes calles en busca quizá de su huella romana, visigoda o musulmana. Más información en
      www.siguenza.es.
    7. 7. Pedraza (Segovia)
      Asentamiento celta, tierra de frontera y villa señorial, Pedraza destaca por sus casonas blasonadas, sus palacios, su castillo... y por sus más de mil metros de altitud, en las estribaciones segovianas de la Sierra de Guadarrama. En julio se celebra el Concierto de las Velas, iluminándose sus calles con más de 40.000 candelas. Más información en
      www.pedraza.info.
    8. 8. Consuegra (Toledo)
      La ruta continúa en las proximidades de los Montes de Toledo, donde una villa como ésta de Consuegra encierra hasta 12 molinos del siglo XVI. También habrá tiempo para conocer el castillo medieval de origen árabe a través de visitas teatralizadas o redescubrir los antiguos oficios artesanos. Más información en
      www.consuegra.es.
    9. 9. Coria (Cáceres)
      Ésta es la antigua sede del Marquesado de Alba, por lo que aquellos aires nobles todavía siguen visibles en su coqueto casco histórico de trazado medieval y en el que confluyen rastros vettones, romanos, godos, árabes, judíos y cristianos. Más información en
      www.coria.org.
    10. 10. Olivenza (Badajoz)
      Descendiendo hasta Badajoz surge Olivenza, fundada por los templarios en el siglo XIII y el último territorio en incorporarse a España (antes fue portuguesa) en 1801. De ella destaca la Torre del Homenaje del Alcázar y las casas de labranza desperdigadas por los alrededores. Más información en
      www.ayuntamientodeolivenza.com.
    11. 11. Vila Viçosa (Portugal)
      Llegamos a la primera ciudad portuguesa de esta red de ciudades medievales, repleta de plazas salpicadas de naranjos y encantadoras ermitas en pleno Alentejo Central. Otra excusa para visitarla: sus suculentas migas o la sopa de cazón bien aderezadas con vino de la comarca. Más información en
      www.cm-vilavicosa.pt.
    12. 12. Marvao (Portugal)
      Acaba el recorrido por esta villa altanera levantada sobre una montaña de granito a 800 metros. De ahí su sobrenombre: el nido de las águilas. Blanca, empredrada e irregular, la villa es la sede del Concurso Internacional de Pinchos y Tapas Medievales, con catas exquisitas de cada municipio de la red. Más información en
      www.cm-marvao.pt.

    domingo, 15 de abril de 2012

    “No debemos olvidar que este es un país pobre y cutre”

    El escritor Eduardo Mendoza publica 'El enredo de la bolsa o la vida' una nueva entrega de las aventuras de su detective loco y sin nombre



    La crisis planea en El enredo de la bolsa y la vida, la cuarta novela de la serie de Eduardo Mendoza protagonizada por un detective loco y sin nombre. “Empezaba a escribir otra cosa y me salió esto. La idea me vino cuando pasaba por una callecita de Barcelona. Había un local con dos letreros. El primero decía: Centro de Yoga Jardín de la Perfecta Felicidad; en el segundo: Se traspasa. Eso es lo que está pasando”. Y lo que está pasando es: “Con la crisis hemos recuperado algo que no debimos olvidar, que este es un país pobre y cutre”.
    Esperpento, sátira, parodia, humor. “Yo diría que está entre la picaresca y el esperpento, dos géneros literarios exclusivamente nuestros”. “El humor es una apuesta arriesgada. El humor para distraerse no es sustitutivo de análisis serios ni de acciones radicales. Como ya me he reído, no hace falta que vaya a votar ni que me manifieste. No, no es eso”. “Lo que intento hacer es un retrato de un minuto que el realismo no me permite. La no reflexión es parte del juego”.

    El detective sin nombre es peluquero de señoras pero no tiene clientela. Junto a su local, hay un enorme bazar chino que regenta la familia Siau. Alguna vez les vigila la tienda, pero intenta ser muy discreto porque no quiere que los otros comerciantes les acusen de “colaboracionista” con los chinos. El abuelo Siau, uno de los personajes más interesantes de la novela, lo tiene muy claro. “Entonces revolución; ahora vender baratijas”, dice. “Nos han tomado el número. Vieron que queríamos comprar barato y nos arruinaron”. La familia Siau se queda con la peluquería del detective para convertirla en restaurante.
    La aventura se inicia cuando el detective busca a Rómulo el Guapo, compañero de manicomio, que ha desaparecido. Pero algo ha cambiado en la vida del loco. “Es el más marginal de los marginales, pero antes cuando salía del manicomio quería integrarse y ser aceptado, ahora no, lo da por perdido, por eso crea su propia sociedad. Sufre cierto desencanto que también puede ser el mío. Ahora ya no trabajo solo, se colectiviza”. El detective loco contrata a una tropa maravillosa: el Pollo Morgan, un antiguo timador que ahora trabaja de estatua viviente (doña Leonor de Portugal con bigote) en La Rambla; el Juli, un africano albino, también escultura humana (Ramón y Cajal); Pashmarote Pancha, que posee un centro de yoga; la Moski, que perteneció a las juventudes estalinistas y que se gana la vida tocando el acordeón en los chiringuitos de la playa; Mahnelik, un repartidor de pizzas subcontratado por Moski; Armengol, el propietario del restaurante Se Vende Perro, donde se reúnen, y Quesito, una niña de 13 años, la única que tiene móvil, que sabe conducir y abrir puertas con una horquilla. Son entrañables y dan buen rollo.


    viernes, 13 de abril de 2012

    Juan Villoro: "En México vivimos entre el Carnaval y el Apocalipsis"

    http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/juan-villoro-mexico-vivimos-entre-carnaval-apocalipsis-1646824

     
    ELENA HEVIA
    BARCELONA
    Mientras se ponía en marcha la cuenta atrás de esa supuesta profecía maya que vaticinaba el fin del mundo, el escritor mexicano Juan Villoro se aplicaba en escribir Arrecife (Anagrama), una novela que trenza su historia sobre las utopías perdidas de la contracultura, la espectacularización de la violencia y las amistades redentoras. Todo ello situado en el acalorado marco caribeño de un resort imaginario donde trabajan el exmúsico de rock Tony Góngora y su viejo colega Mario Müller y donde los turistas se alojan para recibir emociones al límite, símbolo de la peligrosidad desbordante que atenaza el país.
    zoomEl autor mexicano Juan Villoro, en su domicilio de Barcelona, ayer.
    El autor mexicano Juan Villoro, en su domicilio de Barcelona, ayer. RICARD CUGAT

     

    -Asegura que, en el origen de sus ficciones, siempre hay una imagen. ¿Cuál es la que ha provocado esta novela?
    -Imaginé a dos personas frente al mar. Uno ha olvidado muchos detalles de su vida y el otro le está ayudando a recuperarlos. De pronto, surge la duda de si esos recuerdos son reales o si el amigo está aprovechando la circunstancia para implantarle su propia memoria. Mi pregunta como novelista es ¿por qué lo hace? ¿Para qué lo está preparando?
    -Si te acuerdas de los años 60 es que no estuviste ahí. Eso nos lleva al tema de las drogas.
    -Eso es, Góngora tomó tantas drogas que se borró su memoria.
    -También introduce el tema de la contracultura tan vinculada al rock.
    -El rock forma parte de mi propia experiencia. Yo llevé un programa radiofónico de rock y formé parte de un grupo. Creo en la migración de la contracultura, pese a que se la considera una serie de sueños fracasados. Resumiendo, la liberación sexual desembocó en el sida, la vida en la naturaleza de los hippies en la destrucción del entorno, la necesidad de transformar la sociedad en el terrorismo, el rock en el márketing. Lo cierto es que la mayoría de los inventores de Silicon Valley provienen del San Francisco de los 70, así que lo que no pudieron cumplir a través de las drogas lo están haciendo ahora a través de las nuevas tecnologías y la realidad virtual.

    martes, 10 de abril de 2012

    Histoire du théâtre

    Que le spectacle commence !

    Superflu et indispensable, le théâtre est né du désir commun à tous les hommes de partager histoires et expériences.
    Il a traversé les siècles et les continents en s'appuyant sur l'enthousiasme des auteurs, des comédiens et de la grande famille des gens de la scène. Alors, frappons les trois coups et allons voir ce qui se cache derrière le rideau...
    Isabelle Grégor
     
    Acte I, scène 1 : de l'ombre à la lumière
    Abbé Breuil, Décalque du Dieu cornu de la grotte des Trois-Frères, découverte en 1916

    À quel moment est-on passé de l'autre côté du rideau ?
    Difficile à dire, mais on peut supposer que certains rites magiques, pendant la Préhistoire, pouvaient s'apparenter à une représentation.
    Gestuelle, mimes, danses et même chants renvoient à un spectacle, sans aucun doute d'abord religieux.
    Ceux qui ne sont pas encore des comédiens se couvrent de masques pour prendre l'apparence de l'animal qu'ils honorent.

    Ensemble instrumental à cordes. Peinture murale de la tombe du scribe Nakht, XVIIIe dynastie, New York, Norbert Schimmel Collection.

    Au Néolithique, les cérémonies quittent les cavernes pour s'épanouir au soleil, en l'honneur de la Terre nourricière.
    L'Égypte, où le sacré est omniprésent, nous a laissé des traces des premiers spectacles sous la forme de ballets mais aussi de ce que l'on peut considérer comme des pièces.
    Dès 3000 avant JC, des prêtres-acteurs se présentaient sur scène, devant les temples, pour échanger des répliques.
    Les jeux scéniques en l'honneur d'Osiris se déroulaient ainsi sur 24 heures avec un texte et une organisation précis, puisqu'on a retrouvé des indications de mise en scène.

    Naissance du théâtre grec
     
    Dionysos (vase attique)

    Dionysos devrait avoir sa statue dans tous les théâtres : c'est en effet grâce à ce dieu inquiétant, connu davantage pour ses excès que pour sa sensibilité littéraire, que l'on doit la création de l'art du théâtre. Prenant la suite des orgies initiales, la cérémonie s'organise sous la forme d'un cercle de danseurs entourant l'autel puis le choeur.
    Puis au VIe siècle avant JC, un aède imaginatif, connu sous le nom de Thepsis, a l'idée de changer de masque pour devenir différents personnages. L'acteur est né, sous le charmant nom de Tragikoï (le bouc) puisque, imagine-t-on, Thepsis se faisait payer en nature, de chèvres ou de boucs.

    Le théâtre peut alors prendre son envol, toujours sous la bénédiction des dieux : deux fois par an, les Grecs anciens se rassemblent pour fêter la divinité lors des Grandes Dionysies (au printemps) puis des Lénéennes (en décembre). Pendant 5 jours, autour de l'autel, des auteurs se disputent la couronne de lauriers célébrant le poème élogieux ou le drame satyrique le plus réussi.

    Sur les gradins d'un théâtre grec
     
    Nous sommes au IV siècle avant JC, assis sur des gradins en bois, installés à flanc de colline pour une bonne acoustique. Grâce à la générosité de l'État, nous pouvons assister à une représentation aux côtés de membres de toute la Cité : hommes, femmes, esclaves ou pauvres auxquels on offre une place. Chacun va pouvoir voter à bulletin secret pour son auteur préféré, au sein d'un jury tiré au sort.
    Observons un peu les lieux : au centre de l'hémicycle, l'orchestra, une piste en terre battue où chanteurs et danseurs peuvent évoluer. Face à nous, toujours en contrebas, le proskénion réservé aux acteurs. Derrière eux, la skéné est une façade contenant plusieurs portes, et où étaient disposés les rares éléments de décors.

    Les acteurs, 3 au maximum, sont engoncés dans de longues robes, les visages dissimulés sous des masques qui leur servent de porte-voix ; ils se déplacent sur de hautes semelles appelées cothurnes en psalmodiant leur texte face au choeur, 15 garçons symbolisant la Cité. À noter que les rôles féminins sont joués par des hommes.

    théâtre d'Épidaure (IIIe s. av. J.-C. - Grèce), photo : Isabelle Grégor
     
    La Grèce entre rire et larmes
    Le Ve siècle voit l'apothéose du théâtre grec : nés entre 525 et 480 avant JC, Eschyle, Sophocle puis Euripide font de la tragédie, «le chant du bouc», un art. Ils s'inspirent tous trois pour cela des malheurs des héros de la mythologie ou des grandes familles maudites pour illustrer le poids du destin sur le héros. Le public connaît en effet par cœur ces histoires, et peut se concentrer sur la façon dont chaque créateur réinvente le mythe de Troie, la détresse d'Œdipe ou le désespoir d'Antigone.

    À peu près à la même époque, la comédie acquiert ses lettres de noblesse sous la plume d'Aristophane qui réjouit le public avec ses vieillards grotesques et ses notables ridiculisés. Ce sont, en tout, près de 350 pièces imaginées par les «quatre Grands». Où ont-elles disparu ? Certaines, jugées secondaires, ont été détruites sous l'empereur Hadrien ; d'autres ont brûlé dans les flammes qui ont consumé la bibliothèque d'Alexandrie ou les bûchers allumés par le prédicateur Savonarole, dans l'Italie du XVe siècle de notre ère.
    Rome : tous au spectacle !
    Le Romain adore être spectateur : il se presse pour écouter les orateurs, assister aux sacrifices, frémir aux jeux du cirque... et applaudir aux pièces de théâtre. Découvert lors de la conquête de la Sicile, en 241 avant JC, cet art a d'abord le goût de l'exotisme apporté par ces histoires de Grecs au comportement étrange ou monstrueux. Mais très vite, les Romains se mettent au travail et livrent une œuvre considérable : voici Plaute, boulanger et pitre devenu le plus célèbre auteur de comédies chantées bouffonnes (La Marmite, IIIe siècle avant JC) suivi par le Carthaginois Térence, ancien esclave qui se consacra aux textes comiques parlés, plus fins (L'Eunuque, IIe siècle avant JC).

    Acteurs romains se préparant pour un spectacle, mosaïque de la Maison du Poète Tragique à Pompéi, Ier siècle après J.-C.

    Pour donner vie à leurs personnages caricaturaux, les acteurs (toujours des esclaves ou affranchis) se griment et se cachent sous des perruques de couleur et des masques aux expressions outrées. L'élite préfère les lectures publiques qui mettent en valeur les talents d'écrivains et d'orateurs des patriciens. Parmi ces auteurs qui reprennent des sujets grecs, citons le philosophe Sénèque (Hercule furieux, Ie siècle avant JC) dont Shakespeare et Racine se sont inspirés.

    Le théâtre, un bâtiment à part
    Ne confondons pas : il y a théâtre et théâtre. L'un est un type de spectacle, l'autre est le «lieu où l'on regarde», pour reprendre l'étymologie du mot. Le premier est plus ancien et peut s'affranchir du second : on a fait et on fait encore du théâtre dans toutes sortes de lieu.
    Dessin de A. van Buchell d'après la description de J. de Witt, Intérieur du théâtre du Cygne en 1596.
    Mais revenons au bâtiment lui-même : aux simples pelouses choisies en flanc de montagne pour profiter de l'acoustique et de la visibilité ont succédé des constructions en bois puis en pierre, de plus en plus élaborées. En Grèce, ils permettaient d'accueillir jusqu'à 14.000 spectateurs. Le mieux conservé, à Épidaure, se compose d'un hémicycle de 55 rangs de gradins.

    Le lieu du spectacle va évoluer au fil des siècles et suivant les pays : à Rome, il devient clos grâce à un mur de scène, et s'installe au cœur de la ville en s'affranchissant du milieu naturel. Le Moyen Âge le réduit souvent à quelques tréteaux et un rideau disposés sur le marché. Mais comment faire payer tous les spectateurs ? Il suffit de clôturer l'endroit, à la façon des théâtres anglais élisabéthains, circulaires et à étages comme Le Globe, théâtre de Shakespeare reconstruit à l'identique en 1996, à Londres.

    Il faut attendre la Renaissance pour que le théâtre trouve un écrin à sa mesure : celui de Vicence en Italie (1585), bâti par Palladio, est le premier à être construit pour durer. Et il le mérite ! L'art du trompe-l'oeil s'y épanouit, avec un décor en bois permanent composé de fausses rues et multiples statues. Malheureusement, ce type de théâtre «à l'italienne», caractérisé par sa forme en U, perd en complicité avec le public ce qu'il gagne en beauté. Par la suite, les innovations se sont faites surtout au niveau des machineries, permettant de jouer avec les éclairages, les sons et les décors.

    scène en trompe-l'oeil du théâtre de Vicence (XVIe s.- Italie), photo : Isabelle Grégor
     
    Au milieu du XXe siècle, certains metteurs en scène ont voulu renouer avec les origines en lançant les grands festivals dans les bâtiments riches en histoire (festivals d'Avignon) ; d'autres ont rapproché acteurs et spectateurs en organisant des représentations dans la rue ou des endroits inattendus. Finalement, c'est bien le théâtre «à l'italienne» qui reste aujourd'hui le modèle, toujours proche de son grand frère grec : quelques gradins et une scène.

    Religieux et profane : le Moyen Âge
    L'effondrement de Rome marque le début d'un long passage à vide : pendant 600 ans, l'Occident en proie aux envahisseurs n'a plus le temps de se divertir. Les théâtres servent de carrières, les spectacles sont jugés obscènes. Il faut attendre l'An Mil pour que les saltimbanques et jongleurs soient concurrencés par de véritables représentations théâtrales, relancées sous l'impulsion de l'Église.

    Il s'agit en effet de montrer les scènes racontées dans la Bible, de rendre plus vivante la liturgie et de familiariser le public avec les histoires expliquées d'habitude en latin. Ces drames liturgiques (Les Pélerins d'Emmaüs, XIe siècle) sont peu à peu remplacés par des représentations jouées sur le parvis puis sur les grandes places : les miracles (XIVe siècle). Relatant un épisode de la vie des saints, ils sont détrônés un siècle plus tard par les mystères (XV-XVIe siècle) qui représentent des extraits des livres sacrés, parfois pendant plusieurs jours.

    À cette même époque, sur les marchés, le théâtre devient profane et moqueur avec les soties qui ridiculisent les personnalités de l'époque et les farces qui s'inspirent de la vie quotidienne (La Farce de maître Pathelin, 1460, 1.600 vers). En 1548, coup de tonnerre dans le monde du théâtre : l'Église décide d'interdire les mystères, jugés immoraux et irrespectueux envers la religion et le pouvoir. Assoiffé de liberté, notre art part se réfugier de l'autre côté de la Manche...

    Pieter Balten, La Foire paysanne (détail), 1540-1598, Rijksmuseum, Amsterdam
    Les «lieux de nulle part» (Angleterre, XVIe-XVIIe siècles)

    Si, à Paris, le théâtre passe sous le monopole des confréries, en Angleterre il est le fait d'entrepreneurs de spectacles qui voient bien l'argent qu'ils peuvent retirer de la spécialité. De petits convois constitués de mansions (petites scènes) tirées par des bœufs font le tour des villes et villages à la rencontre du public. Puis, parce qu'il est plus facile de faire payer les curieux en limitant l'accès, on construit à partir du XVIe siècle à Londres des théâtres fixes, appelés «lieux de nulle part» par Shakespeare.

    Sous le règne d'Elizabeth Ière, en 1576, est construit dans la capitale le premier bâtiment fixe. Le spectacle y est total, aussi bien sur scène qu'autour. Le public, de tous milieux, réagit bruyamment aux trappes qui s'ouvrent, aux duels violents et même à l'arrivée de chevaux sur le plateau ! Cette «maison du Diable» à plusieurs étages accueille les pièces de Christopher Marlowe (La Tragique histoire du Dr Faust, 1590), brillant provocateur mort à 29 ans d'un coup de poignard dans l'oeil. Il eut le temps, entre deux rixes, de donner ses lettres de noblesse à l'écriture théâtrale élisabéthaine, magnifiée ensuite par son ami William Shakespeare. Génie de l'écriture, celui-ci livre 37 pièces sous la forme de drames historiques (Richard III, 1591), tragédies (Roméo et Juliette, 1595, Hamlet, 1596) et comédies (Le Songe d'une nuit d'été, 1595).

    Légende du théâtre, «Gentle Will» a créé des personnages forts, déchirés, écrasants de présence, alors que lui-même eut une vie fort discrète, au point de faire naître toutes les rumeurs : il n'avait aucune culture, n'avait pas écrit ses pièces, était espion... Le mystère a fort bien nourri le mythe !

    Des scènes à chaque coin de rue ! (Espagne, XVIe-XVIIe siècles)
    Grâce aux galions revenant d'Amérique, l'Espagne est au XVIe siècle à son apogée dans tous les domaines, y compris les Lettres. La soif de spectacle devient sans limite. Au cœur des corrales, cours ou espaces entre les maisons où l'on dispose la scène avec des décors sommaires, les représentations s'enchaînent : une pièce ne doit pas rester plus de huit jours «à l'affiche» !

    Dans les quelque 10.000 comedias (pièces de théâtre en général) écrites en un siècle, on s'inspire de la vie quotidienne, des problèmes de couples, des rivalités au nom de l'honneur ou d'événements historiques. Les imbroglios familiaux sont auscultés sous les yeux d'un valet bouffon qui permet de sortir de la tragédie pour s'acheminer vers une fin heureuse. Surnommé «le monstre de la nature», Lope de Vega (Le Chien du jardinier, 1618) a écrit à lui seul près de 2.400 de ces tragi-comédies comptant généralement chacune 3.000 vers. Son homologue Pedro Calderon (La Vie est un songe, 1635) ne peut en revendiquer que 500 pour plaire au public hétéroclite qui s'empresse d'applaudir les troupes professionnelles.

    Dans le même temps, l'Église encourage les pièces religieuses, appelées auto-sacramentalès, qui mettent en scène la Passion du Christ. Certains moines prennent la plume, à l'exemple de Tirso de Molina (Le Trompeur de Séville, 1630) qui a créé le personnage de don Juan, voué à une grande carrière.
    Masques et Pantalon : la Commedia dell'Arte (Italie, XVI-XVIIIe siècles)
    «Théâtre professionnel» : c'est ainsi que l'on peut traduire l'expression Commedia dell'Arte. Les comédiens italiens de l'époque sont en effet devenus des hommes de l'art, itinérants, montrant leur talent aussi bien dans la rue que dans les palais. Leur répertoire se compose de textes savants mais surtout de comédies, produites notamment par Nicolas Machiavel dont La Mandragore est interdite en 1512 par le pape.

    L'Italie applaudit à ces spectacles caricaturaux fondés sur l'improvisation : à partir de simples canevas, les comédiens (et les comédiennes !) multiplient les inventions et les acrobaties pour donner vie à des personnages excessifs, toujours les mêmes. Voici Arlequin, le valet paresseux aux vêtements rapiécés ; à ses côtés, Colombine, la servante délurée, Polichinelle le bossu ou encore Pantalon, l'avare habillé de longs caleçons.

    Leurs visages sont dissimulés sous des demi-masques en cuir, ce qui n'empêcha pas certains acteurs de connaître la gloire, comme le fameux Scaramouche (Tiberio Fiorilli) qui divertit souvent Louis XIV. La France, comme toute l'Europe, tomba en effet sous le charme des Italiens que Catherine de Médicis fit venir à Paris en 1570.

    La troupe partagea ensuite le théâtre du Palais-Royal avec Molière qui s'en est largement inspiré pour ses histoires (la jalousie du vieillard amoureux...) ou ses personnages (Scapin...).

    Pieter Jansz Quast, Farceurs Dansants, XVIIe s., Paris, Comédie Française
     
    Théâtres d'ailleurs ou d'autrement
    Le théâtre n'est pas homogène : par exemple, celui que nous connaissons en Occident est riche de multitudes de variantes, que ce soit les marionnettes comme Guignol, né à Lyon en 1808, ou les chevaliers siciliens de l'Opera dei Pupi.
    Héritières de l'Antiquité, ces figurines sont également présentes à l'autre bout du monde, en Indonésie ou encore au Japon où les poupées de grandes tailles nécessitent des trésors de manipulation (le bunraku).

    Masque du théâtre nô (Japon)

    Ces spectacles populaires se sont développés en parallèle du théâtre , créé au XIVe siècle par Motokiyo Zeami.
    Très codifié, mêlant chants et danses, le nô met en scène un personnage masqué et richement vêtu qui va dialoguer avec un second comparse, plus en retrait. Destiné à un public aristocratique, ce théâtre n'a guère évolué depuis cinq siècles.
    Citons enfin l'opéra chinois, plus proche de notre opéra que de notre théâtre puisque chants, pantomimes et ballets acrobatiques s'enchaînent. La Chine serait également à l'origine du théâtre d'ombres, très développé en Indonésie (le wayang) ou encore en Turquie (le karagöz).

    domingo, 8 de abril de 2012

    Borracheros, pugilato y arte

    http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/19/actualidad/1332187377_018742.html

    Arthur Cravan nació el mismo año que Marcel Duchamp. Pero Cravan fue el primero en aparecer por aquí. Sobrino de Oscar Wilde, vino al mundo en mayo, dos meses antes que Duchamp, nacido en julio de 1887. Aunque en años diferentes, ambos iban a protagonizar, en plena juventud, dos misteriosas desapariciones. Comparten ese punto en común, pero las desapariciones fueron de distinto signo, pues mientras Duchamp se escondió en Múnich para meditar sobre su posición ante el arte y averiguar cómo podía fabricar una felicidad constante y portentosa, Cravan, en cambio, orientó su fuga en dirección contraria, en dirección a la muerte y la desaparición drástica.
    Cravan era de Lausana, y Duchamp había nacido en el pueblito de Blainville. Coincidieron por primera vez en 1909, en el París previo a la I Guerra Mundial, y entablaron una tensa y risueña amistad. Borracheras, pugilato y arte. El ya lejano 1912 acabó siendo el annus mirabilis de Duchamp, de quien estos días, por cierto, se publican sus Escritos (Galaxia Gutenberg), expresivos textos que desmienten su leyenda de artista parco. En ese año maravilloso terminó cuatro obras que iban a permitirle ir más allá de la pintura para adentrarse en un territorio que ningún artista había pisado antes. Fueron aquellos días de cambios veloces, pues apenas cinco meses mediaron entre Desnudo bajando una escalera y el primer boceto para La Mariée mise à nu…, su obra maestra en vidrio. 1912 fue, además, el año en que desapareció en Múnich, donde, según comentaría tiempo después, no habló nunca con nadie, pero se lo pasó en grande, semanas enteras encerrado en sí mismo: “Decidí estar solo sin saber adónde iba. El artista tendría que estar solo… Cada cual consigo mismo, como en un naufragio”.
    De esas semanas muniquesas dedicadas a no saber adónde iba, apenas hay más información. Y Duchamp, por su parte, jamás la amplió, como si deseara conservar esa experiencia intacta y pura, solo para sí mismo. Se sabe, en todo caso, que estuvo barruntando en su encierro ideas esenciales, que luego se dedicaría a desarrollar a lo largo del resto de su vida. Dos años después, estallaba la I Guerra Mundial y Duchamp y Cravan volvían a coincidir en otra ciudad, esta vez en Nueva York, donde uno presentó su famoso urinario en la exposición de los Independientes, y al otro le encargaron disertar en una conferencia sobre aquella pieza de lavabo que interrogaba a los espectadores, les preguntaba si se podían hacer obras que no fueran “obras de arte”.
    El exagerado Cravan, poeta de metro noventa de altura que decía ser pintor, ladrón elegante, duro púgil fajador y cuidador de canguros, acudió borracho a su conferencia. Y protagonizó un escándalo monumental que todavía hoy se recuerda en películas como Cravan vs Cravan, de Isaki Lacuesta, en biografías como la de Maria Lluïsa Borràs y en las palabras de tantos que se han acercado a su leyenda, como Vicente Molina Foix, comentarista del “gran poder de seducción que una figura tan marginal, tan estrafalaria y tanto tiempo olvidada, ha ejercido en los últimos 30 o 40 años dentro de España”.
    Cravan fue el artista sin obras por excelencia, aunque dejó alguna en forma de texto breve o disparo de soltero recalcitrantemente casado. Sus Cartas de amor a Mina Loy (Periférica), por ejemplo. Aun estando tan enamorado de la gran Mina, salió Cravan de excursión un día y nunca volvió, desapareció en el golfo de México y su rastro se perdió para siempre, nunca hallaron su cuerpo. Hay quien desaparece para crear y cambiar el arte de su siglo y hay quien prefiere desaparecer para morirse. Hay desapariciones estimulantes y otras lacónicas y mortales. Y estas últimas dejan recuerdos. Y también preguntas. ¿Murió realmente Cravan en el océano? Y esta otra: ¿Puede una desaparición ser una obra de arte?