MARTA CABALLERO
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Inglesa,  francesa, norteamericana. Ésas son algunas de las literaturas que llegan a las  manos de los lectores españoles. En fin, ya que estamos en un mundo globalizado,  o al menos eso dicen, ¿por qué no optar a textos de otros países y, así, conocer  que no todo es tan homogéneo como parece o como nos venden?
De otras realidades ajenas a constituciones  europeas y a ejecutivos agresivos, 'yuppies' y demás entes del maravilloso mundo  de occidente y del estrés y de la náusea, habla ‘Canto del oeste  coreano’, de Yi Chongjun (Editorial Trotta, 2004), una deliciosa serie de  relatos que traslada al lector a parajes en los que viven gentes que -¿en  serio?- aún son capaces de comunicarse sin el teléfono móvil. 
El canto es la forma de habla entre los habitantes de estas 130 paginitas. Y,  junto al encanto del diálogo entre sus personajes, podemos disfrutar en esta  obra de una hermosa plasticidad en las descripciones, de la detención en contar  las distancias, los cambios del mar y las montañas y de las historias  ancestrales –siempre bien combinadas con los elementos inherentes a las  sociedades modernas-. De la misma forma que el autor habla de la preocupación de  un hombre por tomar un autobús o de un puerto industrial, se detiene todo lo que  haga falta en las anécdotas, las preguntas y los diálogos acerca de  personajes e historias del pasado del pueblo coreano.  
Una original trama  
El eje de la historia es una mujer cegada de niña por su padre, un juglar que  -obedeciendo a una creencia popular- piensa que así todas las facultades de su  hija se concentrarán en su voz y en su oído. El tiempo demuestra lo cierto de  esta creencia y ella, con su hermoso canto, hace volar una montaña como a una  garza, vuelve a la vida a las olas en el terreno seco que antes había sido el  lecho del mar y reanima la imaginación entera de un pueblo.  
Todo envuelto en una metáfora que revela la frágil belleza de la  existencia humana. Gentes que hacen volar cometas y cometas que protegen un  pueblo y lo distinguen desde la lejanía, mares que aparecen y desaparecen y  niños que dicen a sus padres “papá, quiero ser juglar”, conforman el agradable  regusto que queda tras la lectura de ‘Canto del oeste coreno’.  
Sobre el desconocimiento de la literatura coreana  
La literatura moderna coreana se inició aproximadamente en 1894, cuando Corea  empezó a abrir su puerta a los europeos y se realizó la reforma para la  modernización del país; sin embargo, ni la tradicional ni aquella otra tintada  ya de matices occidentales son conocidas en España. En este sentido, es  importante alabar la labor de Trotta en su vocación de brindar a los lectores la  posibilidad de adentrarse en otros mundo de ficción.  
Nacido en 1939, Yi Chongjun ocupa un lugar destacado en la moderna narrativa  coreana, y ya desde 1967 su obra ha sido galardonada con prestigiosos premios  literarios, como el Premio Dongin, el Gran Premio Literario Joongang, el  Premio Daesan o el Premio Siglo XXI. Licenciado en Filología alemana por la  Universidad de Seúl, ha sido director de reconocidas revistas. De entre su larga  trayectoria destacan ‘Gente sureña’ y las novelas ‘El profeta’, ‘Ropa blanca’,  ‘Pared de rumores’ y ‘Paraíso cercado’, la última también publicada por  Trotta.

Ciertamente este hombre fue un gran escritor. Es lamentable que haya muerto. Tuve la oportunidad de leer esa cortísima pero rica novela suya: "El profeta". Debo decir que me dejó encantado.
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