BENJAMÍN PRADO http://www.elpais.com/articulo/portada/Jose_Angel_Valente/misticismo/abstracto/Valente/cristal/elpepuculbab/20111001elpbabpor_8/Tes
Diario anónimo reúne las notas del poeta desde 1959 hasta su muerte en el año 2000. El libro es una auténtica autobiografía intelectual de este hombre culto, apasionado e infatigable, siempre en busca de la perfección
La poesía de José Ángel Valente dice lo que piensa su autor, pero no quién la escribe; no al menos de un modo directo; lo cual, por otra parte, resulta lógico en alguien que sostenía que "la función del arte es llevar el caos al orden"; que hizo suya la divisa de Paul Celan, "palabra, linde de lo oscuro"; que coincidía con René Char en que "un poeta debe dejar indicios de su paso, no pruebas", y que estaba de acuerdo con Wittgenstein en que "lo inexpresable es el fondo sobre el que cuanto se expresa adquiere significado". Las cuatro ideas están apuntadas en este Diario anónimo que reúne las notas que Valente tomó entre 1959 y 2000 en una serie de cuadernos que ahora, editados por Andrés Sánchez Robayna, quien también se ocupó de los dos tomos de sus Obras completas en Galaxia Gutenberg, arman una auténtica autobiografía intelectual del creador de Mandorla y Tres lecciones de tinieblas en la que unas veces es él quien teoriza sobre la función de la literatura, los peligros de la política o la trivialidad, hipocresía y oportunismo de los seres humanos, y otras deja que sean los demás quienes digan lo que él piensa. En ese sentido, Valente aparece como un hombre culto, apasionado e infatigable, que lee sin descanso y en tres idiomas, español, francés e inglés, toda clase de textos; que no cesa en su búsqueda del sentido de nuestra existencia y de la escritura, y que parece condenado a la infelicidad por su continuo rastreo de la perfección. La ironía que formaba parte de su naturaleza, evidente para todos los que lo conocimos, no aparece casi por ningún lado en esta colección de observaciones, lo cual demuestra que en su trabajo no admitía bromas, y si sus famosas afinidades y antipatías, a veces violentas, no van a sorprender a nadie que conozca su trayectoria, sí lo harán una serie de confidencias que lo delatan como una persona mucho más emotiva y hasta romántica de lo que su imagen pública hacía ver, por mucho que sus últimos títulos, Al dios del lugar, No amanece el cantor y, sobre todo, Fragmentos de un libro futuro, tuvieran un notable tono de confesión y de despedida. Diario anónimo recuerda una y otra vez la forma en que la muerte de su hijo, a causa de una sobredosis, le condenó a vivir arañando las heladas paredes de su ausencia, como él dice, desde el mismo momento en que lo alcanzó la noticia fatal: "3 de septiembre de 1989. El 28 de junio murió Antonio. Yo llegué a Ginebra, desde Almería, en coche, el 30. Antonio fue incinerado el lunes 3, a las 2 de la tarde. El 4 de julio por la noche me trasladaron de urgencia al Hospital Cantonal. En las primerísimas horas del día 5, tuve un infarto". Sufrió otro en 1993, y si el anterior había estado marcado por la tragedia éste lo estuvo por la gratitud hacia su mujer, a quien quería con una intensidad que ya conocíamos por un poema de Fragmentos de un libro futuro -"Al norte / de la línea de sombras / donde todo hace agua, rompientes / en que el mar océano / se engendra o se termina, / y el naufragio inminente todavía / no se ha consumado, ciegamente / te amo"- que aquí cuenta haber hecho "después del infarto y antes de la operación, en la Clínica de Genolier", y que tras la lectura de estas páginas queda aún más clara: "Estoy en París. (...) Coral vino de Ginebra para reunirse conmigo ese fin de semana. (...) Cena en la Closerie del Lilas. Domingo noche: todos se han ido. Amé a Coral como si no la hubiera tenido nunca. (...) Su sonrisa, su cuerpo, la proximidad de su boca (...) disuelven los fantasmas. Coral, si alguna vez lees esta página, cuando yo ya no esté, sabe que te quiero". Si escribes un diario, las paredes de tu casa se vuelven de cristal.
Diario anónimo
José Ángel Valente
Andrés Sánchez Robayna, editor
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2011
368 páginas. 22,90 euros
José Ángel Valente (Ourense, 1929-Ginebra, 2000), en una fotografía de Manuel Falces en 1994.-