Autor:
Manuel I. Cabezas  González
· En  2010 empezó a aplicarse —con carácter general— en las Universidades españolas,  el denominado Plan de Bolonia, que  debe su nombre a la ciudad italiana donde los ministros de educación firmaron la  llamada Declaración de Bolonia  (1999). Con él se puso en marcha el Espacio Europeo de Educación Superior  (EEES).  En este espacio y con este espacio, se pretende provocar una convergencia en la enseñanza superior  europea, para propiciar, como sucedía en la Edad Media, la movilidad de  estudiantes, de titulados y de profesores entre todos los países firmantes.  Además, este espacio debe permitir poner en marcha la “Europa del conocimiento”, base del  crecimiento y del bienestar futuros de los europeos. Se trata, podríamos decir,  de una especie de “globalización  universitaria europea”, con todo lo que tiene de positivo y de negativo el  concepto de globalización.
· El  EEES y la implantación que se ha hecho en España han tenido defensores, pero,  sobre todo, muchos detractores (cf. revista Campus de l’Autònoma*, nº 59; y J. Llovet**), cuyos puntos de vista no es el  momento de presentar ni analizar aquí, en este texto. Hoy, quiero centrarme en  una cuestión muy precisa: la nueva oferta de estudios universitarios a la  boloñesa. El Plan de Bolonia da a las universidades una mayor libertad para  diseñar y ofertar nuevas titulaciones y así poder adecuar los estudios  universitarios a las necesidades socioeconómicas de los países de la UE. Para  analizar, concretar y ejemplificar esta cuestión, voy a centrarme en la oferta  de estudios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de  Barcelona (UAB).
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