sábado, 1 de diciembre de 2012

¿Qué pasó después de Jackson Pollock?


¿Qué pasó después de Jackson Pollock?

Es la pregunta que nos deberíamos hacer si queremos profundizar en "la pintura de acción" y en la influencia que este norteamericano ejerció sobre generaciones posteriores.

Y un ejemplo perfecto para hacerlo es a través de la exposición ¡Explosión! El legado de Jackson Pollock que se presenta en la Fundació Miró (Barcelona). Comisariada por Magnus af Petersens, la muestra está organizada en colaboración con el Moderna Musset (Estocolmo) y presenta cerca de 70 obras de 35 artistas desde finales de los años cuarenta hasta finales de los setenta.

Tras la II Guerra Mundial el mundo del arte tenía claro un deseo: era el momento de comenzar de nuevo. Un comienzo que se inició agrediendo a la pintura, que se percibía como una disciplina "agotada".

Por ello, ¡Explosión! El legado de Jackson Pollock se inicia cuando la modernidad se acaba, cuando su madurez estaba a punto de explotar. Ello generó que escultores y pintores comenzasen a verse "artistas" y a ver como potencial material artístico prácticamente todo.

Yves Klein. Anthropometry : Princess Helena, 1960

En 1956, Allan Kaprow, inventor de la palabra "happening" escribió que a pesar de que en ese momento todas las puertas a la creación artística se encontraban abiertas, la mayoría de las nuevas creaciones artísticas (happenings, performances y arte conceptual) nacieron como nuevas aproximaciones al género pictórico. Va a ser el momento para comenzar a valorar la pintura como algo más que un objeto artístico, el momento de apreciar el proceso anterior, las ideas que generaba y los aspectos performativos de la misma.

Y es precisamente en esos aspectos performativos que adquirieron tanta relevancia en los que se basa esta muestra. Tirar pintura, pintar con los pies, disparar pintura con un fusil, etc. son acciones en las que se rechaza controlar el resultado final de una obra. Por tanto, ¿dónde está la importancia de estas obras? En el método, en el proceso de creación, alejándose de la idea de obra de arte como objeto acabado, y convirtiendo la pintura en un experimento que, realizado de manera pública, se llama happening, acción o performance.

En este proceso había artistas que invitaban al público a participar en la creación de la obra...¿dónde estaría la autoría? Cuando en una obra, el concepto y el proceso se tornan fundamentales, la realización puede ser llevada a cabo por una persona ajena, guardando similitud con la interpretación de un músico sobre la obra de un compositor.

La exposición hace un recorrido que comienza con la pintura gestual y performática, pasa por happenings, eventos y acciones y llega a planteamientos más conceptuales, en forma de instrucciones para realizar pinturas o bien ejercicios de ejecución abierta, como partituras o coreografias. Actividades por tanto que se concibieron a partir de la pintura.

Jackson Pollock. Painting (Silver over Black, White, Yellow and Red), 1948

El subtítulo de la muestra La pintura como acción refleja los aspectos performativos de la pintura, en un momento en el que los artistas se pusieron a investigar el proceso creativo en sí mismo, configurando una nueva manera de mirar el arte. Además, "acción" no sólo alude a las condiciones de producción sino que implica que la obra de arte genera situaciones y significados, por tanto, la obra se convierte en actuación en sí misma. E incluso "acción" indica también la participación del público, como productor de significado y co-creador de la obra. En definitiva, la obra artística ya no es autónoma sino algo performativo, que se va haciendo, de manera azarosa, abierta, expuesta a factores incontrolables. Este factor "experimental" provoca que el artista, en relación al resultado final, se encuentre más cerca que nunca del espectador.

Pero si la participación del acto creativo podía compartirse, también podía mecanizarse, por ello, crear una máquina que pintase era establecer una distancia entre la obra y la mano del artista. Estas pinturas evidentemente no son expresiones del inconsciente del artista, pero sí se burlan del concepto de pintura de acción.

Llegó un momento en el que, para los pintores norteamericanos, sin excepción, la tela se convirtió en un escenario en el que actuar más que un espacio destinado a reproducir, recomponer, analizar o "expresar" un objeto, real o imaginario. Lo que acababa plasmado en la tela ya no era una imagen, sino un acontecimiento. No había pintor que se acercara al caballete con una imagen en su mente. Se acercaban con materiales diversos, que querían utilizar para transformar aquel otro material que tenían delante. La imagen terminaría siendo el resultado de aquel encuentro matérico.
Harold Rosenber


Saburo Murakami. Tsuka (Passage), 1956

Aparte de las obras de Pollock mostradas, entre las 70 obras presentadas destacan las del grupo artístico japonés Gutai (1954-1972) -que trabajó a medio camino entre la pintura y la performance, anticipando muchas de las prácticas y estrategias artísticas posteriores, como el arte conceptual, el land art o las instalaciones-, Niki de Saint Phalle -con la obra Tiro de Jasper Johns-, Lynda Benglis -capa gruesa de pintura dispuesta sobre una base horizontal, aproximándose a la escultura-, Yves Klein -se presentan varias obras de la serie Antropometrías-, Jean Tinguely -se muestra su máquina de pintar Méta-Matic-, Otto Piene -dentro del grupo Zero creado en Europa tras la II Guerra Mundial- o Olle Bonniér -diversas Plingeling son mostradas, una pintura abstracta que es a la vez partitura-.

Lynda Benglis painting a floor with 40 gallons of bright latex and pigments
at the University of Rhode Island, 1969

"Para mí, la pintura, tal como la conocía, se había acabado. Las nuevas obras tenían que ser pinturas-objeto, anónimas, sin firmar. Todo a mi alrededor, lo que veía, se convirtió en algo que hacer, sin necesidad de añadir nada nuevo [...]. Ya no había necesidad de componer nada. El tema era obvio, estaba allí, ya hecho, y lo podía utilizar en cualquier lugar."
Ellsworth Kelly


¡Explosión! El legado de Jackson Pollock en la Fundació Miró (Barcelona) hasta el 24 de febrero de 2013.

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