Texto y Fotos: Manuel Recio
La confluencia entre Perdido y South Rampart es mucho más que un simple cruce de calles. En ese punto exacto se situaba el Odd Fellows Hall, uno de los antros que encumbró a Buddy Bolden como primer rey del jazz.
NUEVA ORLEANS y el jazz perdido
Justo en el piso de arriba estaba el Masonic Hall Ballroom, detrás el Eagle Saloon, a unos metros, el emblemático Funky Butt, lugares donde el primigenio jazz de Nueva Orleans tomó su forma. El propio Bolden nació y creció a unas calles de distancia y frecuentaba las tiendas y tugurios de la zona.
El mismo bloque, en el número 427 de South Rampart, acogía el domicilio de los Karnofsky, familia judía que apadrinó a Louis Armstrong y jugó un papel fundamental en su desarrollo musical. Gracias al dinero ganado trabajando para ellos, el pequeño Louis pudo adquirir su primera corneta. No era raro, además, verle pasear con su carretilla para repartir carbón por los establecimientos del barrio. De hecho, Armstrong pasó su infancia, en el 1223 de la calle Perdido, a escasas manzanas de allí.
En los difusos años que comprenden el cambio del siglo XIX al XX, el área Perdido-South Rampart fue el vecindario -entre otros muchos- de Jelly Roll Morton, el “inventor” del jazz; de Joe “King” Oliver, maestro de Armstrong y fundador la reputada Creole Jazz Band, o de Nick LaRocca, de la Original Dixieland Jazz Band, primera banda de jazz en grabar un disco. Lo más laureado del jazz de Nueva Orleans. Algunos historiadores han llegado a bautizar este vecindario como el Storyville negro. Por ello, el cruce entre Perdido y South Rampart no es un punto más del callejero de Nueva Orleans, sino que podríamos aventurarnos a describirlo como el verdadero lugar donde surgió el jazz.
El blues de la calle Perdido Pues bien, esta zona ha sido literalmente borrada del mapa en el Nueva Orleans del siglo XXI. Pude comprobarlo con mis propios ojos entre lástima, decepción e impotencia durante un viaje realizado este verano en busca de las raíces de la música afroamericana. Para cualquier amante del jazz, entre los que obviamente me incluyo, Nueva Orleans representa un lugar de peregrinaje obligado, una especie de meca musical en la que adentrarse y dejarse sorprender por sus sonidos, sus gentes y su ambiente. Pero al mismo tiempo, uno no era tan ingenuo como para pensar que todavía pervivía ese Nueva Orleans mágico e idealizado que, en ocasiones, se describe los libros o en las películas. Así que un punto intermedio entre ambas imágenes -pensaba yo- podría ser el Nueva Orleans actual. Nada más lejos de la realidad…
El eje Perdido-South Rampart forma parte hoy de Central Business District, un remodelado barrio apenas transitado por peatones que acoge algunas sedes administrativas de la ciudad, como el Ayuntamiento o el Hospital Universitario de Tulane, así como el mastodóntico Superdome de Louisana, el recinto deportivo más grande de todo el estado. Un cuadro un tanto macabro donde parcelas vírgenes se intercalan sin criterio con hoteles impersonales, rascacielos y parkings vacíos. Tan solo tres históricos edificios, abandonados, en mitad de la nada, totalmente desvencijados, quedan en pie. Si no fuera por un panel informativo que recuerda vagamente los ilustres tiempos pasados del barrio, pasarían inadvertidos para el osado caminante que se acerca hasta allí.
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