En los tramos finales de su vida, en la cárcel de Alicante, Miguel Hernández escribió las desgarradoras canciones de este libro, que concitó la admiración de las sucesivas generaciones que lo fueron leyendo, donde el amor, la muerte y la ausencia de todo aquello que da la vida, como la libertad, se entrelazan como en un desgarrador y apasionado alarido.
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