El economista critica en su último libro las conexiones entre política y banca y las ayudas a ésta en época de severos recortes sociales | Además señala que el 15-M no ha perdido fuerza
Se ha convertido en uno de los mayores azotes del sistema político y económico actual y vuelve a la carga para analizar el contexto de crisis que vivimos. El profesor de Economía Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) publica Diguem prou! Indignació i propostes a un sistema malalt (¡Digamos basta! Indignación y propuestas a un sistema enfermo), un breve volumen en el que, entre otros aspectos, denuncia las conexiones entre política y banca y las ayudas a ésta en época de recortes. El también presidente de Justicia i Pau advierte además que, en contra de lo que muchos piensan, el movimiento de los indignados no ha perdido fuerza.
Hace tiempo reclama que hay que dar un golpe en la mesa y decir basta ante las injusticias ¿Cree que se le hace caso?
Muchas personas me han dicho que están de acuerdo con mis ideas, pero quizás el problema es que los que más las apoyan no tienen capacidad ni poderes económicos y políticos para poder decidir cambios. Aunque a la larga sí que podrán porque esta opinión pública acabara presionando a los poderes.
¿También hay gente que antes no compartía sus opiniones y ahora sí lo hace?
Sí. Hace años que pedimos unas relaciones más justas con el tercer mundo pero a veces eso es algo que se ve lejano, en cambio si pides que haya una relación justa con el pago de pensiones eso moviliza más.
Dice que el sistema capitalista ha tocado fondo. Es complicado un cambio de modelo cuando es el propio sistema el que dicta las normas ¿No?
Siempre hay resistencias, pero también es cierto que cada vez hay más gente que se da cuenta que hacen falta alternativas. El último gran cambio del sistema económico que tuvimos fue el que permitió pasar del feudalismo al capitalismo. Pero el capitalismo no apareció de la noche a la mañana, hubo una transición con mucha resistencia por parte de los nobles que no querían perder el poder y de los burgueses que clamaban por tener un poco. Salvando la distancia de los siglos que han pasado, veo un poco lo mismo.
Dice que este sistema está enfermo ¿Tiene curación o hay que dejarlo morir?
Sí la tiene, el problema son los médicos que lo tratan: si no observan bien la enfermedad difícilmente curaran al enfermo.
¿Usted qué propone para salir de la crisis?
Cosas más inmediatas y otras más sistémicas. A corto plazo hay algunas evidentes: erradicar el fraude fiscal tanto en el país como en los paraísos fiscales, frenar la especulación financiera que ha conducido a la caída de muchos bancos… Hay que nacionalizar aquellos bancos que han sido ayudados por el Gobierno. Y una vez hecho esto, hay que procesar a los banqueros.
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Después hay una serie de medidas más estructurales como cambiar el mercado laboral para repartir mucho más el trabajo existente. Como no hay trabajo para todos si no lo repartimos no conseguiremos nada. Pero esto no tiene nada que ver con el despido fácil que nos propone el señor Rajoy. Y también hay que cambiar la forma de consumir.
Pero es difícil que el ciudadano pueda cambiarlo...
Ahora no, pero poco a poco sí. Por ejemplo, mientras la banca ética sea una anécdota no haremos nada. El día que los ciudadanos de forma masiva usen la banca ética como en su momento pasó con las Cajas de Ahorro, cuando aún eran éticas, la cosa cambiará.
¿El aumento de clientes de esta banca es un signo de que la gente ha tomado conciencia de la situación?
Sí. Es una de las partes más positivas de esta crisis. Uno de los grandes problemas de la falta de ética es la crisis de valores. Y si la gente empieza a ver que por un 1% más de rentabilidad no vale la pena que su dinero esté fabricando armas eso ya es bueno.
Los recortes no han cesado a pesar de las protestas y en cambio usted denuncia que sí que se ha ayudado a la banca a pesar de ser responsables de la crisis. ¿No se escucha la voz de la calle?
No la están escuchando, pero es que además se han dado cuenta que la voz de la calle tampoco es unánime. Esta voz es poderosa porque está en las plazas, en las manifestaciones… pero no está en las urnas porque la gente aún tiene miedo. En las últimas elecciones los tres partidos que más votos se han llevado PP, PSOE y CiU caminan precisamente en dirección contraria a lo que quiere la gente. La gente solo cambiará la orientación de su voto si hay pedagogía política y sobretodo, si se pierde el miedo. Las imbecilizacions de Telecinco e Intereconomia acaban idiotizando al pueblo y así no es capaz de reaccionar.
¿Quién debe hacer esta pedagogía?
Cualquier ciudadano responsable. Los movimientos sociales tienen un papel activo y también los medios de comunicación, especialmente los escritos.
¿Los indignados hacen pedagogía?
Mucha. Antes de irse de plaza Catalunya ha habido horas y horas de discusión, de charlas…
¿Se ha desinflado un poco el movimiento?
No. Está más fuerte que nunca. Quizás han perdido fuerza en presencia pública y la gente no los ha visto tanto en la calle, algo lógico porque hacia frío. Pero el trabajo interno que se ha hecho durante este tiempo es trabajo que está generando presencia pública para el día de mañana.
¿Durante el invierno se han reforzado?
Sí. La gente piensa que los indignados han muerto o están durmiendo pero no es así. Han estado menos en plazas pero siguen con la misma firmeza. Yo no he dejado de visitar acampadas en Guinardó, en Badalona…
¿Vamos hacia un modelo de gobiernos dirigidos por tecnócratas?
Sí, pero no deberíamos ir hacia ese modelo. Esta situación hay que denunciarla porque es una burla a la democracia. Que en Italia mande alguien que no ha sido escogido por el pueblo es una burla a la democracia. A los italianos no les gustaba Berlusconi, pero por lo menos lo habían votado. Un tecnócrata busca su propio lucro y eso es inaceptable.
¿Ha seguido el tema de las preferentes? Sí. Aquí ha habido doble responsabilidad: de los inversores y de los bancos. Desde el punto de vista legal los bancos tienen razón porque la letra pequeña explicaba el producto. Pero entidades que desarrollan una obra social deberían haber asumido la responsabilidad y no dejar colgada a la gente. Así que podríamos decir que ha sido algo legal pero inmoral.
Usted califica a los banqueros de delincuentes.
La mayoría lo son. Han buscado su propio beneficio abandonado la visión de una economía más general. Estos les aleja de la realidad, no está bien, y es delincuencia.
Y pone como ejemplo a Islandia, que ha procesado a los banqueros con alguna responsabilidad…
Y no solo a ellos ¡también se ha procesado al primer ministro por no haber intervenido para frenar la especulación! Los países nórdicos son un ejemplo en ese sentido. Es una cuestión de madurez política…
En el libro vuelve a poner en entredicho la entrada en el euro.
Sí. Veo factible una doble moneda… y creo que no tardaremos mucho en tenerla porque por ejemplo en Grecia el euro es inestable y caerá. Es muy importante que los países con déficit tengan la capacidad de desarrollar una política monetaria propia. Y puede ser un primer paso para la salida del euro.
¿Cree que la reforma laboral reducirá la tasa de paro?
No. Es evidente que lo que han hecho es un engaño a la ciudadanía. Dicen que facilitan el despido, disminuyen las indemnizaciones, cambian la contratación laboral... Creo que facilitando el despido no se consiguen más contrataciones. Esta reforma les favorece a ellos pero no generara más puestos de trabajo.
¿Esta reforma implica bajar un escalón en derecho que quizás nunca volveremos a subir?
Creo que sí que los volveremos a subir todos otra vez. Pero ahora mismo no porque tenemos un gobierno de derecha pura y dura que defiende los intereses de los poderosos.
Usted apuesta por la desobediencia civil. Explíquese.
Hay una serie de normas que se aplican, pero el hecho de que algo sea legal no quiere decir que sea legítimo. Hay muchas leyes que no son legítimas y si esto sucede el ciudadano debe estar capacitado para desobedecer. Y esto se debería hacer con mucha frecuencia. Un ejemplo claro sería la discriminación racial en Sudáfrica. Y creo que hay más cosas que se deberían hacer en esta dirección. Hace unos años pasó algo similar con el recibo del agua y el canon y se hacían actos de desobediencia civil. La gente pagaba la factura pero no el canon porque le parecía abusivo.
Y aboga por una democracia radical.
Es la democracia que va a la raíz y que intenta que cada persona esté representada en el poder político, que tenga derecho a decir lo que piensa y a discrepar. Hoy la democracia es un sistema estrictamente formal. Debe haber una democracia mucho más participativa y lo más cerca del ciudadano posible. Si miramos cómo esta distribuida la capacidad financiera de las administraciones resulta que en España de cada 100 euros, 51 los tiene el gobierno central, 35 las autonomías y 14 los municipios cuando en realidad debería ser al revés y tener más peso los municipios.
¿Entonces no ve descabellado suprimir las autonomías?
O los estados… Quizás si que hay que adelgazar las autonomías, pero especialmente el gobierno central en favor del municipal.
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