jueves, 14 de junio de 2012

El rescate de Inocencio Malatesta

El rescate de Inocencio Malatesta




Con ese nombre parece inmigrante, pero no, es de aquí, un españolito de pro, muy amante de su tierra, patriota, que se dice. El hombre no tiene muchas luces, sólo pudo hacer el KGB ese de antes de la reforma educativa, así que sólo le da para ser lo que llaman “chico vespa”; “ves pa yá, ves pa cá”, y así que me le tienen todo el día en la obra donde trabaja. Con su sueldo de mierda sólo le da para un alquiler en el centro cochambroso de la ciudad, donde vive con su mujer, la Cándida. Tienen cuatro hijos. A él le parecen demasiados, pero bueno, con las subvenciones para libros, y para el comedor del colegio van tirando.

Un día le llamaron por teléfono los del banco. ¡Qué majos! Casi ni le dejaron hablar. “Que sí hombre, usted no se preocupe por nada, ¡será por dinero! ¡Vaya! Que le dieron un préstamo para comprar el piso, y además otro para el coche, aunque él, como es un “vespa” prefiere una furgoneta, es más útil. Y le dieron también para una de esas teles modernas, que lo van a flipar los chicos cuando la vean. Y así les fue, ¡como para no sentirse orgullosos de los colores patrios!, ¡vamos hombre! Hasta que un día. Hasta que un día oyó en el telediario que un “tsunami financiero” había llegado a Europa desde los Estardos Unidos. No le dio mucha importancia a la cosa hasta que le echaron del trabajo. “El tsunami, Inocencio, la crisis, vamos, la burbuja, cá pinchao”. ¿Y ahora qué? Los números, las letras… nada, no hay nada que hacer, le han dicho en el banco. “Si no pagas, te quedas en la calle”, “Pero... ¡si en la calle ya estoy!” “Ya, no, en la puta calle, digo”. Y así fue. En la calle toda la familia cuando le embargaron el piso, aunque tenía que seguir pagando las letras al banco. “Pero ¿por qué? Si el piso lo tenéis ya vozotros? “Ah, amigo, la ley es la ley”. Menos mal que hay gente buena en el mundo, y la familia se ha repartido entre los vecinos del bloque. Inocencio, Cándida, y el pequeñín están con Doña Angustias, una solterona, que ahora tiene a su padre en casa, devuelto, porque el asilo "ha echao el cierre".
 
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