Apellido: Wajciechosczaf
Fecha de nacimiento: 1 de agosto de 1944, de Teo Mikhro y Samantha Soft.
Lugar de nacimiento: Varsovia (Polonia).
Estado civil: Separado, dos hijos, y en la actualidad ménage à cinq con mis cuatro sobrinas: Na, Hita, Eles, Lena.
Na | Hita | ||
Eles | Lena |
Educación: Al desaparecer mis padres cuando tenía unos pocos meses, me fui a vivir con mi tío materno WXzsch. Era un todo un personaje. En su juventud fue guardaespaldas
y en su vejez papa Noel.
Pero lo más curioso era su propensión a disfrazarse de mujer.
A pesar de esta rareza, jugábamos mucho al escondite.
Muchas veces, en casa, recibíamos a amigas suyas. La verdad es que eran muy divertidas y lo pasábamos estupendamente.
Pero un día, me comentó que había encontrado el amor y me presentó a Desdémona.
Era la primera vez que veía a una persona de piel tan oscura. Por desgracia, su relación no duró porque Desdémona se marchó con el repartidor de leche. Mi tío era inconsolable y su carácter empezó a cambiar, a peor, mucho peor. Durante este tiempo de infortunio, se aficionó a la música punk y gótica.
Hasta se juntó con un grupo llamado Me cago en la virgen. Por las noches, iba por la ciudad y aterrorizaba a la población, sometiéndola a actos denigrantes.
En casa, cada vez que le pedía algo, su respuesta era un rotundo “NO”.
También se compró una lámpara mágica, y cada noche la examinaba para, como decía, “desatar las fuerzas ocultas”. No llegué nunca a entender muy bien lo que pretendía.
Pero Ángelo se cansó de las sesiones de disfraces de mi tío materno WXzsch y le anunció que se marchaba. Una vez más, mi tío fue inconsolable. Escribía carta tras carta para que Ángelo volviera. Sin éxito alguno.
La vida siguió su curso, más bien monótono.
Y llegó el fatídico 6 de enero de 1960. A las doce en punto se oyó el timbre de la entrada. Mi tío se levantó y antes de abrir la puerta me dijo: “Ya vienen los reyes”. Fue entonces cuando aparecieron tres tipos disfrazados de banqueros.
Tenían una sonrisa de mal agüero. No sé ni cómo ni por qué, pero presentí que era el punto final de mi infancia. Nos emborrachamos y a la mañana siguiente no quedaba nadie, ni reyes magos ni tío. Sólo una nota: “Ite misa est”.
Tenía dieciséis años y estaba solo en la vida. Fue cuando me propusieron entrar en una tropa itinerante de teatro llamada Shujing. Y así empecé a ver el mundo.
De mi tío me quedan muchos recuerdos y una de las botellas de la desastrosa fiesta del 6 de enero.
Todavía hoy en día, sueño con él, le veo con su disfraz favorito y le oigo susurrarme: “Sólo se acaba la misa si no crees en ti”.
Estudios: Primarios, en la calle y detrás de la catedral San Christopher.
Secundarios en el ateneo Inmaculona’s Dream International School y detrás de la catedral San John.
Superiores: Free University of Pekín, Universitat Autònoma de Barcelona y dentro de la catedral San Martín. Diploma de cantonés aplicado al arte de la guerra; Licenciatura en Filosofía protestante y matemáticas budistas; Doctorado en mística especulativa, averroísmo y hedonismo cínico.
Estudios musicales: Triángulo en el Conservatorio In the fucking street de Varsovia; percusiones y cornamusa en el Teoloto de Pekín y clases de piano con Marina Brià y de guitarra eléctrica con Joan Josep Gutiérrez en l’Ametlla del Vallés (Barcelona).
Aficiones y habilidades: Albañilería; cocina al vapor; cine; todo tipo de juegos de cartas; deporte, en especial el futbol; paseos en la naturaleza; series televisivas; pesca y caza; restauración de muebles; decoración; animales y plantas; puzles; literatura y música.
Situación económica: Paso palabra.
Experiencia profesional: Durante muchos años de mi infancia he sido espía para el KGB y monaguillo.
Pasé la primera parte de mi adolescencia entre pitos y flautas, y la segunda acompañando una tropa itinerante de teatro llamada Shujing.
Al acabar mi doctorado fui escritor fantasma de varias personalidades de la política, de la canción folklórica y del deporte. Pero un notable cambio se produjo al contratarme como pianista Luís Mariano para su primera gira mundial en el año 1969.
A partir de entonces, colaboré con muchos músicos y cantantes europeos, americanos y asiáticos. En el año 1974, grabé, para el sello discográfico Sant Feliu Grammophon, la obra completa para piano de Wolfgang Mercury (32 discos), y un año después participé a la gira del G3 con Steve Vai y Joe Sartriani.
En esta misma época empecé a redactar mi primera tetralogía literaria Para que el viento no se lo lleve y puse las bases de lo que se convertiría en mi Tratado de metafísica ecológica (que tardé más de diez años en acabar).
Dediqué los años ’80 a la escritura y la enseñanza, dando conciertos esporádicos con el grupo Puccini trash metal zone.
En 1991, acepté una oferta de trabajo en la Atomporcul Bank Income como “encargado de la diversificación metafísica y musical de los recursos humanos”; renuncié a los quince días al descubrir que la Atomporcul Bank Income era el órgano financiero del dictador Joseph Alois Ratzinger.
Decidí entonces fundar una revista, En pelotas, una publicación dedicada excusivamente a los deportes. Pero la aventura sólo duró tres entregas al descubrir que estabamos financiados por el Atomporcul Bank Income, el órgano financiero del dictador Joseph Alois Ratzinger.
Los años siguientes fueron mis años trascendentales: después de vivir veinticuatro meses en un kibutz, en Négev, y tres años con el maestro tibetano Songsten Gampo en Nyingchi, me alojé en casa de mi hermana Crista y redacté mi segunda tetralogía: Tu corazón quiere amor. El rotundo éxito me permitió comprar una de las islas Ryūkyū, o Nansei-Shotō, donde escribí mi tercera tetralogía: A golpe de templanza. Andando por la vida con un pañuelo mojado, un sombrero de fieltro y un bastón nudoso de pelegrino o la extraordinaria epopeía de Micmac Ströbel, gran maestro de la arqueología prehistórica.
El éxito fue más bien discreto y si pude seguir contando con el apoyo incondicional de mi hermana y de algunos amigos, tuve que resolverme a vender mi isla al único comprador, un tal Siola Regniztar, por un precio que ni siquiera acabó con mis deudas.
Empecé el tercer milenio con menos recursos económicos que Espulón, pero gracias a una beca del Atomporcul Bank Income (que, en un primer momento rechacé), conseguí pasar un año en la residencia de escritores de Venecia donde redacté mi cuarta tetralogía que titulé con el sobrio Amen. Se vendieron exactamente treinta y siete ejemplares.
Fue cuando me percaté de que las tetralogías no eran lo mío a la vez que resolví zambullirme en un proyecto que germinó en mi mente al cumplir mi vigésimo cumpleaños: una epopeya en versos alejandrinos de la historia de la humanidad (hasta la fecha, 12467 versos escritos).
Y llevo ya casi un lustro aferrado a esta tarea, distraído esporádicamente por conciertos con mi antiguo grupo que responde ahora al nombre de Wagner trash metal zone y por sesiones semanales del taller de escritura Porque yo lo valgo.
Preferencias
Color: El azul de Chartres.
Ropa: A parte de una experiencia poco convincente en un camping nudista del oeste de Francia, suelo preferir con.
Estación preferida: La de Perpiñán.
Orientación metafísica: En el fondo a la derecha.
Política: Sobre todo el sábado por la noche, el resto de los días suelo ser abstemio.
Música: Como lo decía Cioran, “Él que no tiene sensibilidad para la música, sufre de una enorme discapacidad”.
Alimentación: Me pareceré preferible no hacer caso a la frase de Brillat-Savarin: “Dime lo qué comes y te diré quién eres”, porque al hacerlo, el ser humano se convierte en un estómago con sus respectivas canalizaciones y no tengo ninguna vocación de fontanero.
Principal defecto: La desmesura.
Principal cualidad: La desmesura.
Animal: En libertad.
Flor: Carnívora.
Olor: La de los libros antiguos.
Sabor: Él de los sueños al despertarse.
Bebida: Cointreau.
Herramienta de bricolaje: Destornillador de estrellas.
Palabra preferida: Silencio.
Parte del cuerpo humano preferida: Las alas.
Lo que no acepto de los demás: La indolencia.
Lo que canto bajo la ducha: Date prisa que vas a llegar tarde
Lo que diría al diablo si lo viera: ¡Cuánto trabajo te queda para salvar las almas!
Todavía no había leído el perfil de Valentino. ¡Me encantan tu sobrinas! ¡Hombre, el tío tampoco me parece mal! Y los tres banqueros...
ResponderEliminarAbrazos
Paco
¿Paco?
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