Historias de los Tarabiskotes y de los Indudiablillos, 6ª parte, por Valentino Wajciechosczaf

¿Por qué siempre tienen razón los Indudiablillos?

            Por definición, por la definición mayoritariamente aceptada, un Indudiablillo no se equivoca. ¿Por qué? Porque sus decisiones son fruto de una serie de reflexiones donde todas las facetas han sido cuidadosamente examinadas según muy válidos y estrictos ángulos.

         Toda casa de Indudiablillo que se respecta tiene al menos un ejemplar del libro ¿Por qué siempre tienen razón los Indudiablillos? Cuando alguien tiene una duda -lo que no es muy corriente, pues en su educación tuvo que aprenderse de memoria el libro entero-, mira el capítulo que corresponda a esta duda. En este caso, lo más frecuente es que lamente haberse olvidado de dicho capítulo. Entonces se dirige hacia el Templo de la Razón -un majestuoso edificio en mitad del pueblo donde un consejo de sabios está encargado de conservar la doctrina en su más puro estado-, y comenta lo sucedido. Lo dirigen normalmente al Aula de los Errores, y se queda durante un par de horas, tiempo que utiliza para copiar varias veces el artículo o el capítulo que lamenta mucho, muchísimo, haber olvidado.

         Del mismo Templo de la Razón sale cada semana un programa de Insistencia Doctrinal que consiste en definir varios ejes de reflexión, siempre basados en el libro de referencia. El programa se emite por una de las tres emisoras radiofónicas y es respaldado por anuncios pintados en pancartas estratégicamente distribuidas por todo el pueblo.

         Es uno de los grandes placeres de los Tarabiskotes inmiscuirse, de noche, por las calles del pueblo Indudiablillo y realizar grafitis en estos mismos carteles. Sin embargo, lo que les gusta aún más a los Tarabiskotes es realizar muy sutiles cambios ortográficos, quitar o añadir un acento, poner una “a” donde había una “o” y, si puede ser, mediante la misma técnica, dar un giro a la significación de una palabra, torciendo por completo el mensaje original.

         De memoria de Tarabiskote, la expedición más lograda fue la noche en que “Rezar os hará fuerte” quedó como “Rezar os dará muerte”.