apoyando el codo en la barra, un cliente observa, con una irónica sonrisa, los rápidos y ágiles movimientos de uno de los camareros, enano. Astutamente le pregunta:
- Oye, ¿Por qué no me bajas aquella botella? – dice, mientras señala la última botella del último estante.
- No puedo, señor – responde, con cortesía, el enano.
- Y, ¿por qué no puedes? – pregunta, con mirada perversa, el cliente.
- Porque no alcanzo, señor.
- ¿Por qué no alcanzas? – insiste, con sorna.
- Porque soy más grande, mucho más grande que su piedad, señor – dijo el camarero.
Conchi - Mayo 2010
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