En el París del siglo xv, con sus sombrías callejuelas pobladas por desheredados de la fortuna y espíritus atormentados, la gitana Esmeralda, que predice el porvenir y atrae fatalmente a los hombres, es acusada injustamente de la muerte de su amado y condenada al patíbulo. Agradecido por el apoyo que en otro tiempo recibió de ella, Quasimodo, campanero de Nuestra Señora, de fuerza hercúlea y cuya horrible fealdad esconde un corazón sensible, la salva y le da asilo en la catedral. Nuestra Señora de París ha dado lugar a numerosos libretos de ópera y a varias versiones cinematográficas.
Por casualidad, querido parisiense, llega usted alguna vez a pasar por Beaucaire!… –¡Oh, calla, tahonero, te lo suplico!–volvió a exclamar el pobre amolador con voz desgarradora. En ese instante se paró la diligencia. Estábamos en la masía de los Anglores. Allí se apearon los dos boquereuses, y juro a ustedes que no hice nada por retenerlos. ¡Tahonero farsante! Estaba ya dentro del patio del cortijo, y todavía se oían sus carcajadas.
Al salir la gente, pareció quedarse vacía la baca. El camargués habíase apeado en Arlés, el conductor marchaba a pie por la carretera, junto a los caballos. El amolador y yo, cada uno en su rincón respectivo, nos quedamos solos allá arriba, sin chistar. Hacía calor, el cuero de la baca echaba chispas. Por momentos sentí cerrárseme los ojos y que la cabeza se me ponía pesada, pero me fue imposible dormir
Mi Viaje a La Alcarria … se publicó, en marzo de 1948, el año en que asesinaron a Gandhi, se creó el Estado de Israel y Ortega regresó a España. El camino lo había hecho, un pie tras otro, en junio de 1946, el año en el que termina el proceso de Nuremberg y muere Manuel de Falla. Yo era un hombre joven, alto y delgado, según se lee en el primer capitulo del libro. Desde aquel tiempo han pasado treinta y nueve años y ahora me apresto a repetir la excursión y a pergeñar mi Nuevo viaje a la Alcarria…Ahora ya no soy joven sino viejo… No me parece, sin embargo, haber mermado mucho porque sigo en la misma estatura de entonces, pero engordé más de la cuenta, eso sí, engordé cuarenta kilos largos, y estoy fondón y más torpe de movimientos de lo que quisiera y fuera menester. Con estos años y estas arrobas a cuestas, o a rastras, el paseo no he de repetirlo a mero pinrel, como cabe pensar, sino en más reconfortadora, saludable y placentera circunstancia: en Rolls, que es automóvil sólido y de fundamento, y con Oteliña al volante, choferesa que semeja una cometa volando y es tan segura en sus airosas fidelidades como en sus gráciles infidelidades.
Con el trasfondo de la llegada de la República y de la guerra civil, narra la historia de Natalia, una joven como tantas otras de su época, que acepta sin quejarse todo aquello que la vida, y su marido, le imponen. Incluso acepta que le cambien el nombre por el de “Colometa”.Esta resignación termina al finalizar la guerra. Natalia se rebela por fin contra todo lo que considera injusto. Al final de la novela dejará de ser “Colometa” para convertirse en la “señora Natalia”. Un cambio de nombre que significa también un cambio de personalidad. La novela es también una crónica fiel de la Barcelona de posguerra y de cómo marcó este periodo histórico a sus habitantes.Utilizando como recurso expresivo el monólogo, y un naturalismo desgarrador Rodoreda permite que los lectores conozcan los sentimientos más profundos de la protagonista. La autora se sirve de un estilo narrativo simple y llano, cargado de poesía, adecuado a la inocencia e ingenuidad de la protagonista. A pesar del dramatismo de la obra, Mercé Rodoreda utiliza cierto grado de humor, adecuado también al carácter de su personaje.
Quien muchos consideran el mejor reportero del siglo se sumerge en el continente africano, rehuyendo lugares comunes y estereotipos. Vive en las casas repletas de cucarachas de los más pobres, enferma de malaria cerebral, corre peligro de muerte a manos de un guerrillero& . pero pese a todo no pierde su mirada lucida y su voz de gran narrador para adentrar al lector en la compleja realidad de África, con las guerras, miseria e injusticia que atraviesan su historia y lastran su presente. Posiblemente la obra cumbre del autor, ganadora del Premio Viareggio, entre otros galardones.
En Luz de agosto aparecen retratados algunos de los personajes más memorables de Faulkner: la cándida e intrépida Lena Grove en busca del padre del hijo que no llegó a nacer; el reverendo Gal Hightower -atormentado por constante visiones de soldados de caballería confederados- y Joe Christmas, un misterioso vagabundo consumido por los orígenes raciales de sus antepasados.
Faulkner, además de haber sido el innovador de una forma de narrar que ha influido poderosamente en las generaciones que le han continuado, fue el cronista de los más notables hechos, costumbres y personajes de su tierra. Luz de agosto es una de las obras más representativas de un hombre que, trabajando sobre la historia y haciendo campear la imaginación, logró convertirse en uno de los escritores más importantes de este siglo.
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