Tres, son tres;
tanto si los cuento del derecho
como si lo hago del revés.
Tres, siempre tres;
tres animales:
pero ni uno es perro,
ni los otros dos, gatos.
Y al contarlos…
siempre sobran dedos en la mano.
Tres, juntos los tres,
todos son hermanos.
…Y la madre les dijo al partir:
“Construid una casa que ahuyente al malvado.”
Tres, trabajando los tres;
los dos menudos
presto acabaron,
pues de los tres, el mediano
eligió la madera
para evitar ser cazado.
Mas el pequeño no ha reparado
que su techo de paja,
con un simple soplo
se rompe y se raja.
Y el más mayor,
trabajando muy duro,
construyó con ladrillo
la casa y sus muros.
Ésta sirvió de refugio
a los tres, espantados,
cuando el feroz
acudió a devorarlos.
“La chimenea –pensó-
será mi salvación:
bajaré por ella
hasta el mismo salón.”
Mas los tres hermanos
pensando en vivir,
colocaron una gran olla
sobre el fuego, a hervir.
El lobo, al descender,
se topó con el agua
que escaldó su pelo, su piel y su cara.
La fiera espantada, abrasada,
se alejó hacia arriba,
bajando al revés.
Y los tres cerditos
contentos después,
celebraron que estaban
juntos, los tres.
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