Me detengo delante del escaparate de una ferretería. Veo el reflejo de mi hermana pasar por la otra acera y cruzar la calle. Su reflejo se hace más grande según va avanzando y se acerca a mí. Levanta la mano, acompaña su gesto de una sonrisa. Ahora da un lánguido beso a un tipo más alto que yo. Él la coge por la cintura. Entran en la ferretería. No me ha visto. De hecho, no es mi hermana, tampoco se le parece, tampoco conozco al hombre que la acompaña, tampoco es una ferretería sino una pastelería, tampoco me parezco a mí mismo y tampoco hay calle pero sí reflejo. En la pantalla de la televisión, una escena oscura, los dos personajes están en la cama, creo que haciendo el amor, no recuerdo cómo es ella, tampoco cómo es él, quizá son dos mujeres, o dos hombres. El reflejo de una chispa, mi mujer acaba de encender un cigarrillo, me pregunta si me gusta la película, le contesto que sí, me pregunta si necesito algo, le contesto que no, me dice que se va a la cama y que si quiero disfrutar de sus piernas recién depiladas, que no tarde mucho.
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