jueves, 24 de marzo de 2011

Elena Poniatowska (París, 1932) y Leonora Carrington (1917): Biografía narrada

La nueva novela de la periodista y novelista mexicana Elena Poniatowska (París, 1932) se asienta sobre la figura de la célebre artista surrealista Leonora Carrington. En su extensa obra (que incluye reportajes, libros de entrevistas, novelas y cuentos) esta elección no es nueva. De Poniatowska conocemos Tinísima (1990), una novela donde se plasma la vida en México de la fotógrafa italiana Tina Modotti. Podríamos también mencionar Hasta no verte, Jesús mío (1969), un extenso relato urdido sobre la base de unas entrevistas hechas por la autora a Jesusa Palancares, una obrera que participó en la Revolución Mexicana. En la misma estela de sacar a la luz el compromiso (más de las veces invisibilizado) de la mujer en la Historia, debemos sin lugar a dudas citar la novela epistolar Querido Diego te abraza Quiela (1978), en la cual sale a relucir la relación del pintor Diego Rivera y su mujer, la pintora rusa Angelina Beloff. La vertiente autobiográfica la encontramos en La Flor de Lis, páginas entregadas a la recreación de una infancia europea. A ello sumamos La noche de Tlatelolco (1971), un mayúsculo ejercicio de literatura de denuncia alrededor de la matanza de estudiantes de 1968. Este libro no queda en la memoria literaria y periodística del México contemporáneo sólo por el trágico asunto que trata sino porque se sirve Poniatowska de lenguajes y códigos de distinta naturaleza para llevarnos hasta el corazón mismo de la historia en sus inesperados y a veces peligrosos día a día. No habría que soslayar El tren pasa primero (2006), otra metáfora logradísima de la vida y de ciertos compromisos sociales o humanos que tarde o temprano tenemos que asumir. Tenemos por tanto datos suficientes como para poder entender la factura artística de Leonora, la novela con la que Elena Poniatowska se alzó con el Premio Biblioteca Breve de este año.

Leonora

Elena Poniatowska
Seix Barral. Barcelona, 2011
510 páginas. 21 euros
Leonora es una biografía. Pero ocurre que es una biografía narrada como una novela. O sea, que bien puede beneficiarse de ambas consideraciones genéricas. No tiene nada de extraño entenderlo así, teniendo en cuenta que una vida siempre tiene bastante de novela, sea una vida muy interesante o, por el contrario, precisamente interesante por lo absolutamente anodina. (Supongo que cuando en la contraportada de este libro se dice que es una novela, quien la escribió quiso decir algo parecido). Elena Poniatowska nos relata la vida de la pintora inglesa. Lo hace creando una voz narrativa a medio camino entre la omnisciencia y disimuladas resonancias de la suya propia. Introduce en capítulos breves los hitos personales más sobresalientes de su heroína. Abarcan éstos sus primeras rabietas de adolescente rica en busca de una personalidad propia. Sus intuiciones estéticas. Sus contactos con la sala de máquinas del surrealismo continental. Su arrebatada relación sentimental con el pintor Max Ernst. Su paso por el Madrid de la posguerra. Su terrorífico encierro en un manicomio de Santander. Su fuga a México. Sus matrimonios, sus pinturas, la amistad con la pintora Remedios Varo. El espanto a los sucesos de la plaza de Tlatelolco, porque en ellos estaba comprometida la integridad física de sus hijos universitarios dada su participación.

Leonora es una muy meritoria recreación de una época y, sobre todo, de un movimiento, el surrealismo. Nadie puede discutir la importancia de su magisterio subversivo en el terreno de las artes y las convenciones sociales. Un movimiento burgués, claro y lleno de contradicciones y errores morales de bulto, también, pero el más importante y sublime que dio el siglo veinte. En medio de ese magma estético y vital, la figura de Leonora Carrington tiene un lugar esencial. Como artista y como mujer.

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