De nuestra amiga argentina, Maria Cristina Gonzalez Eyroa, fiel seguidora de este blog, nos llega el texto siguiente escrito por Hugo Francisco Rivella. Muchas gracias y hasta muy pronto. Un abrazo.
ALGO HUELE A PODRIDO EN DINAMARCA
Otra vez la bomba. Su boca desahuciada.
La demencia en los ojos de dioses homicidas.
Los cruzados terrestres del hambre y la mentira,
otra vez perforando la mirada del
Hombre. Bombas sobre Libia. Poderosas. Murientes.
Como en Afganistán, 2001, los talibanes y Bin Laden
sin rostro en las Torres del Aire.
O Irak, el 2003, contra Saddan Hussein, los negociados de la Halliburton y las armas de destrucción masivas que aún siguen buscando.
El mundo contrahecho.
Bombas como lágrimas de Dios cayendo hacia la tierra,
y en la tierra los hombres, las mujeres, los niños,
volviéndose de polvo y alarido.
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Operativo Amanecer,
casi vergüenza el nombre de amanecer en llamas,
con la muerte y el miedo
que en la garganta triza sus demonios sagrados.
Operativo Amanecer y Gran Bretaña y Estados Unidos y Francia
llevan la luz a punta de misiles.
Jinetes de caballos retorcidos.
Tres de los Cinco miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones
han abierto sus fauces para mascar a Libia. Dos degluten lo que sueñan.
Todos responsables de la muerte.
Pretores del mundo. Piratas a escala universal.
La Liga Árabe, la Unión Africana,
Canadá mirando y asintiendo de reojo.
Cientos tomahawak, rafeles y mirages como sombras
sin pausas sobre el pueblo y sus casas. Otra vez la bomba sacude la memoria.
¿Qué diría Sartre cayendo hacia delante?
¿Otra vez Los condenados de la tierra
con la sangre mordida por los perros de siempre?
No hablaré de Khadafi porque es sólo una excusa:
Thierry Bruckhard se llena de dientes la palabra.
Sarkozy balbucea y Obama vuelve a tener blanca la sonrisa
(Recuerdo las palabras de Petrás:
«Obama es solo un blanco que ha tomado sol»)
Khadafi no es mi sueño ni el que amenazaba ser;
sólo quiero volver al punto cuando la Europa o EEUU
canturreaban con él, «el oro negro», los millones de euros
en su cuenta bancaria, los leprosos, los náufragos
y Silvio Berllusconi escudriñando la costa de un país que explotaba.
Zapatero en España con un ojo desviado en Libia, pero ciego en Marruecos
donde sus intereses colisionan con los derechos humanos de civiles asesinados.
Zapatero a tus zapatos me dan ganas
de decir, más no lo digo.
Ahora el Tigre Libio no levanta sus tiendas en los Jardines de Versalles
ni su excéntrica figura camina
los senderos de Buckingham, ni Vladimir Putin lo cubre con su estola.
Las damas de la Unión Europea no perfuman ni lucen
en sus cuellos diamantes ni rubíes del África.
No pasean su piel desmenuzada.
Muammar Khadafi empieza a sentir la soledad de sus propios errores.
También siente la muerte, y amenaza bombardear poblaciones en el mediterráneo.
Ladra con el resto que tiene.
Bombas sobre Libia, allí donde la violencia se apodera de las palabras.
Las diseca. Las obstruye. Las carcome.
Invadieron de pronto y refucilo como dice un poeta.
Sin buscar otros modos de ayuda. Estrategias sin bombas.
Infisionando de inteligencia lo que se derrumbaba.
Recuerdo el Unasur y Bolivia Ecuador y Colombia
y la palabra entonces como un arma sagrada.
La muerte en un rincón solloza todavía.
Hasta el cansancio habré de recordar que en nombre
de la Libertad y la Democracia atacaron Malvinas,
invadieron Afganistán, masacraron a Irak
o estuvieron en la India o
¿Volverán los ojos sobre los monstruos de esta América Libre, Evo Morales,
Chávez, Correa, cuando el agua, el petróleo agonice en sus pozos
o el aire se oscurezca sin árboles ni pájaros?
¿En dónde debo estar con la Palabra y el cuerpo sino con el agredido?
¿Con los sometidos de siempre?
¿Con los que rozan la luna con sus sueños?
La razón de ser de los imperios es el sometimiento.
No levantan otras banderas. Tampoco toleran otras.
Los pueblos, sólo ellos, encuentran el camino de su liberación.
Sólo nosotros.
Nuevamente gracias estimado Jean.
ResponderEliminarEs un gusto poder participar en tu blog,gracias por ayudar a difundir a nuestros pensadores como es el caso de Hugo F. Rivella. Un abrazo enorme y será hasta pronto. Cris