Te exhiben rozando el fuego
Los ladrillos enrojecen,
Solo con verte.
Y tu, orgullosa, presides
La estancia, lúgubre,
Silenciosa, caliente.
Nadie te mira
Se acostumbraron a ti,
Los humanos ojos
De casi todos.
Pero yo te observo
Entre puntada y puntada
Te descoso la conciencia,
Y te cubro, con telas de añoranza
Y colores infantiles
Hasta saberte pura.
Te toco, en garra
Y dibujo tu aureola
Os enmarcan , en rojo,
Buscando el calor
De vuestros cuerpos
Apenas vivos.
Y os sujeta el lienzo
Claro y húmedo
Por donde caeríais
Si rojo y gris
Unieran sus hilos
Entretejiendo un
Nuevo color
De nacientes pensamientos.
Gabrielle d'estrée y su hermana.
Finales del siglo XVI. Escuela de Fontanaibleau
Anónimo
Gabrielle d'estrée y su hermana.
Finales del siglo XVI. Escuela de Fontanaibleau
Anónimo
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