Primer el texto de Chaucer y después la transformación.
Aunque ninguna autoridad hubiera en este mundo, sériame muy suficiente la experiencia para hablar de las miserias que encierra el matrimonio. Porque, señores, desde que cumplí doce años de edad (gracias sean dadas a Dios, que es eterno), he llevado cinco maridos al porche de la iglesia, pues yo me he casado muchas veces; y todos fueron hombres dignos en su clase. Mas a mí me han dicho, ciertamente, no hace mucho tiempo, que puesto que Cristo no fue jamás sino una vez a las bodas de Cana, de Galilea, por ese mismo ejemplo Él me enseña que yo no debía de haberme casado sino una sola. Escuchad y ved también, a este propósito, las severas palabras que Jesús, Dios y hombre, pronunció junto a un pozo, reprendiendo a la Samaritana: "Tú has tenido cinco maridos, y el hombre que ahora te posee no es tu marido", dijo Él en verdad. Lo que quiso significar con eso yo no sé manifestarlo; mas pregunto: ¿por qué el quinto hombre no era marido para la Samaritana? ¿Cuántos podía ella tener en matrimonio?
A mi edad todavía no he oído jamás interpretación clara acerca de este número, pudiéndose conjeturar y explicar de uno y otro modo. Lo que yo sé con toda exactitud y sin mentir es que Dios nos mandó crecer y multiplicarnos; ese texto excelente lo comprendo a maravilla. Bien sé yo también que Él dice que mi marido dejará a su padre y a su madre para tomarme; pero no hace mención de número alguno, ni de
bigamia u octogamia. ¿Por qué censurarlo?
Aunque todo el mundo fuera experto en el tema, mi impericia no justificaría callar las alegrías que comporta la vida célibe. Ahora tengo 70 años (¡ojala el diablo me conceda al menos 20 más!), y desde esta perspectiva me alegro de haberme librado, uno a uno, de los cinco pretendientes que intentaron privarme de la libertad en aras del amor; y eso que ninguno de ellos era mala gente.
Igual debí haberme casado, al menos una o dos veces. Como los patriarcas de mi familia, fuente de ejemplo e inspiración..., para algunos. Pero yo siempre hice caso a los comentarios del tío Ernesto, la oveja negra de la familia: “ Hija, ten todos los amantes que quieras, mejor si son más de cinco; que no se conozcan entre sí, para envidia de las íntimas; no dejes que ninguno te sujete”
Y a mi edad le doy la razón, más de cinco y más de diez, para mantener el cuerpo bien lozano y la mente ágil, que es lo que Dios debería querer para nosotras, en vez de tanto creced y multiplicaos.
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