En 1957, se puso por primera vez en escena Fin de partida, de Samuel Beckett, junto con Esperando a Godot la obra de teatro más importante del autor irlandés. Inspirada en el Rey Lear de Shakespeare y el Libro de Job, Beckett exhíbia en ella una vez más su don magistral para escenificar la ceremonia trágica de la condición humana. Lear y Job conviven bajo los harapos milenarios que recubren a ese patético rey, ciego y paralítico, eternamente sentado en un trono absurdo en el que el último hombre en un mundo muerto no acaba de morirse nunca.
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