jueves, 9 de junio de 2011

UN GLADIADOR CONTRA ROMA

   
Datos de la pintura:
Artista: Jean-Léon Gérôme (1824-1904) - Francia
Título: Pollice verso (lo que significa: Dedo hacia...)
Estilo: Pintura académica , art pompier, orientalismo académico.
Fecha: 1872
Dimensiones: 97,5 x 146,7 com
Se encuentra en: Phoenix Art Museum (Arizona)
 

La verdadera historia del esclavo Espartaco

Espartaco dirigió la mayor revuelta de esclavos de la Antigüedad. Derrotó a la poderosa Roma durante dos años y murió luchando, pero nunca fue crucificado. El historiador británico Barry Strauss cuenta su historia en “La guerra de Espartaco” (Edhasa).
texto FRANCISCO LUIS DEL PINO OLMEDO
http://www.que-leer.com/12282/un-gladiador-contra-roma.html/articulo-espartaco

La sombra de la leyenda que se ha alargado durante más de 2.000 años, enredada entre mito y realidad, partió de Capua. A esta ciudad no lejos de Roma, destinada a convertirse en el centro de los juegos de lucha como espectáculo, llegó en el 73 a.C. un tracio llamado Espartaco encadenado junto a otros esclavos para convertirse en gladiador.


En Roma había sido vendido a Vatia, un lanista (empresario de gladiadores). Nada se sabe de su historial en la arena, reconoce el historiador Barry Strauss, autor de La guerra de Espartaco (Edhasa), ensayo tan ameno como bien contextualizado. Pero, por las reconstrucciones históricas, evidencias arqueológicas, fuentes antiguas y sus largas investigaciones, deduce que tendría unos treinta años y sería un gladiador de peso pesado, un murmillo. Lucharía normalmente contra un tharex, otro gladiador pesado armado con la espada curva (sica) que usaban los tracios en batalla. Espartaco cambió su gladius, la tradicional espada legionaria y clásica arma del gladiador de hoja ancha y recta, de unos 45 centímetros de largo, por una sica en cuanto recuperó la libertad.
En Tracia (Bulgaria), Espartaco habría servido como auxiliar en una de las unidades aliadas de Roma; se desconoce dónde desertó, si fue en Tracia, Macedonia o incluso en la misma Roma. En cualquier caso, después de su etapa fuera de la ley romana, fue capturado, esclavizado y condenado a ser gladiador.

“Terror servilis”
Los gladiadores propiedad de Vatia formaban un grupo multiétnico, pues entre los casi doscientos que compartían el mismo destino había tracios, celtas y también germanos, italianos y otros. Dice Strauss que los romanos aconsejaban la mezcla de nacionalidades para evitar la solidaridad, y que con ello “reconocían la grave peligrosidad de un negocio que armaba a esclavos”. A diferencia de Espartaco, la gran película protagonizada por Kirk Douglas y dirigida por Stanley Kubrick, basada en la novela de Howard Fast, en la que los instructores de Vatia se ensañan con el tracio, parece que el instinto de supervivencia de los gladiadores, sumado a la humillación de luchar hasta la muerte para entretener al público romano, fue lo que provocó la revuelta.
La conspiración fue traicionada, y, de los doscientos hombres que se rebelaron armándose para luchar con grandes cuchillos de carnicero y espetones que encontraron en la cocina, sólo 74 escaparon. Buscaron refugio en el Vesubio, a treinta kilómetros de Capua, y allí se les unieron unos miles de fugitivos de las granjas que rodeaban el volcán. Pronto se extendió el terror con sus incursiones.
El Senado romano no tomó suficientemente en serio lo que llamaban un tumultus (una emergencia) y mandó una milicia de 3.000 hombres al mando de un pretor. Los romanos sitiaron la montaña menos una ladera aparentemente inaccesible, por la que los rebeldes se descolgaron ayudándose de unas cuerdas de vid silvestre, y atacaron el campamento. Todas las fuentes coinciden en que los soldados romanos huyeron presos del pánico.
La bacante de Dionisio
Otra de las diferencias entre ficción y realidad la explica el historiador británico al referirse a la mujer de Espartaco. Los gladiadores podían disfrutar de una relación familiar estable, si bien como esclavos su matrimonio no era válido para la ley romana. Afirma Strauss que esclavas “consorte” e hijos aparecen bien atestiguados en fuentes antiguas; aunque no se conoce el nombre de su mujer, existe la certeza de que era tracia. “Y sabemos que cohabitaban en Capua y huyó de la ciudad con él”. Es más, “existen razones para pensar que la mujer tracia propagó la fama de Espartaco”. Como profetisa, predicaba la palabra de Dionisio, que era el dios natural de Tracia, donde su culto “era una fe guerrera”. Según ella, el dios había concedido gran poder a un hombre, un tracio que vivía en Italia. Por su profecía, la mujer de Espartaco concedió a su hombre una tarea sagrada. Como servidor de Dionisio, Espartaco sería un libertador.
Lo cierto es que su carisma fue tan impresionante como los resultados de su lucha contra Roma. Derrotó a cuantos ejércitos se le enfrentaron durante dos largos años; pero Espartaco conocía bien a las huestes romanas y entendía la diferencia entre guerrilla y guerra convencional. Por eso quería llevar sus fuerzas a los Alpes, donde se dispersarían con dirección a sus respectivas patrias. La mayoría de sus hombres, celtas y germanos sobre todo, se opusieron. Pese a todo mantuvo el ejército unido cuando podía haberse ido con sus seguidores hacia los Alpes o conseguir un barco que los llevara al este.
La humillación de Roma
En la primavera del año 72 a.C., los rebeldes se dividieron en dos grupos; Espartaco marchó hacia el norte y el otro permaneció en el sur de Italia, donde los romanos acabaron con casi todos. También los romanos intentaron derrotar a Espartaco en un paso de montaña al suroeste de Florencia. El gladiador les venció y, enterado de la derrota y muerte de sus camaradas, celebró sus funerales haciendo que trescientos prisioneros romanos lucharan hasta la muerte alrededor de una pira simbólica.
El ejército de Espartaco derrotó una vez más a los romanos en el norte de la Italia central, y en el sur a un ejército consular. Pero, en otoño del 72 a.C., el general Marco Licinio Craso asumió el mando de las legiones y reunió un gran ejército de 45.000 soldados (aún menor al de Espartaco, que contaba con 60.000 hombres). Tras ser engañado Espartaco por los piratas cilicios en su propósito de cruzar a Sicilia, y fracasar también en salvar el estrecho de Mesina con balsas, sólo le quedaba pelear.
La última batalla
Espartaco todavía contaba con unos 30.000 o 40.000 hombres a lo sumo cuando se enfrentó a los romanos, cuyas fuerza lo igualaban o incluso superaban. Antes de comenzar la batalla, que se luchó en algún lugar del valle del Alto Silarus, el tracio degolló a su caballo delante de sus hombres, diciéndoles que si ganaban tendrían muchos caballos y si perdían no necesitarían ninguno. Así que combatió a pie intentando abrirse camino hacia Craso para abatirle: “Mató a dos centuriones que peleaban mano a mano contra él”, pero Espartaco nunca alcanzó a Craso y murió luchando.
Al contrario de lo que cuenta el celuloide, Espartaco no fue crucificado. Su cuerpo no se encontró nunca, pues como deduce Strauss su lucha final sólo dejaría los maltrechos restos desfigurados de un soldado con una armadura ordinaria. Después, la marea de la batalla pasaría por encima de él, haciéndolo irreconocible. Craso tuvo que conformarse con crucificar a los 6.000 rebeldes que capturó su ejército, y ninguno gritó “¡Espartaco soy yo!”.

1 comentario:

  1. Podrias poner el nombre de la obra , por quien fue realizada , en que época fue hecha y que momento representa?Gracias.

    ResponderEliminar