La historia de John Kennedy Toole parece en sí misma una novela (y algunos críticos argumentan que, en efecto, La conjura de los necios es una caricatura de la vida de su autor). A sus treinta años vivía con su madre, y envió el manuscrito de su novela a varias editoriales, ninguna de las cuales quiso publicarla. Toole terminó deprimido, y tuvo un triste desenlace, ya que se suicidó a los treinta y un años. Fue su madre la que continuó el peregrinaje por editores y editoriales, consiguiendo finalmente que La conjura de los necios viera la luz en 1981, y tuviera tanto éxito que se le otorgara a su autor póstumamente el Premio Pullizter.
La conjura de los necios debe su título a una cita de Jonathan Swift: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. Es la historia de Ignatius J. Reilly, ejemplo perfecto del antihéroe. Es un personaje gordo y dejado, que vive con su madre refugiado en viejas utopías que describe en cuadernos y cuadernos que llena en sus ratos libres. En realidad, todo su tiempo es tiempo libre, ya que Ignatius hace todo lo posible (y más también) por escapar de ese tremendo flagelo que considera que es el trabajo.
La conjura de los necios debe su título a una cita de Jonathan Swift: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. Es la historia de Ignatius J. Reilly, ejemplo perfecto del antihéroe. Es un personaje gordo y dejado, que vive con su madre refugiado en viejas utopías que describe en cuadernos y cuadernos que llena en sus ratos libres. En realidad, todo su tiempo es tiempo libre, ya que Ignatius hace todo lo posible (y más también) por escapar de ese tremendo flagelo que considera que es el trabajo.
Finalmente resignado, Ignatius inicia una disparatada búsqueda laboral, lo que le permite al lector divertirse con sus salidas e ir conociendo otros personajes. Por ejemplo, Myrna Minkoff, una amiga de Ignatius con quien mantiene una relación epistolar y comparte un vínculo de amor-odio debido a las divergencias en sus respectivas concepciones del mundo. Las excusas y las ocurrencias en las que incurre Ignatius para mantenerse a salvo de la esclavitud laboral hacen las delicias de los lectores, a la vez que los dejan pensando.
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