lunes, 14 de febrero de 2011

Traducción al castellano: El Discurso antillano de Édouard Glissant.

Presentado en el Sábado del Libro El discurso antillano (Fondo Editorial Casa, 2010), por primera vez la traducción íntegramente al español del volumen de Édouard Glissant

El habitual Sábado del Libro, del Instituto Cubano del Libro, recibió el volumen El discurso antillano, de Édouard Glissant, de la Colección Nuestros Países, del Fondo Editorial Casa de las Américas. La monumental obra del martiniqués Édouard Glissant fue lanzada por su editor Reinier Pérez-Hernández, la Dra. Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas, el académico Ariel Camejo, colaborador de este Centro y por el ensayista y poeta Víctor Fowler.

Pérez-Hernández, miembro del equipo editorial de la Casa, comentó el trabajo de publicación de este volumen, el más reciente en la colección Nuestros Países, y destacó que se trata de su primera traducción íntegramente al español. Agradeció públicamente la colaboración de Monte Ávila Editores, de Venezuela, que realizó una selección de los ensayos contenidos en el original de Glissant en el año 2005.

Yolanda Wood, por su parte, subrayó que el enfoque mismo del libro lo convierte en un texto de gran vigencia en la discusión actual sobre el Caribe y lo caribeño. En tanto etnólogo y filósofo, graduado de la Universidad de la Sorbona en París, Gilssant es un gran humanista, y en tanto poeta, logra crear una metáfora, desde la propia estructura del volumen, de relación con y entre el Caribe.

Wood destacó, asimismo, el ejercicio epistemológico de gran envergadura de El discurso antillano, en el cual el autor recoge, en un arco de veinte años (1962 al 1981), los complejos procesos culturales acaecidos en la región y también en Francia.

Para la ensayista y crítico, el hecho de haber sido escrito desde un lugar y un tiempo en simultaneidad, revaloriza la poética del paisaje, propia de la obra de Glissant. Lo interesante, apunta Wood, es cómo desde ese locus, que es Martinica, el escritor abarca también el conjunto de las islas francófonas e identifica a Haití como la isla madre; marca una trayectoria que lo conduce al resto de las Antillas y de ahí al mundo.

Establece de ese modo, según señaló la académica, una poética de relaciones y conexiones que transita de una experiencia particular a una global. De esa manera, Glissant construye un paisaje de la historia, de la memoria; una nueva antillanidad como reconquista cultural.

Yolanda aseveró que es un libro de múltiples lecturas, no agotadas y generadoras de nuevas aristas y análisis.

Ariel Camejo, quien señaló que nació el año en que el autor cierra sus ensayos, evocó a la profesora Nara Araújo, fallecida el pasado año, y quien fuera una de las más agudas estudiosas de la obra de Glissant. En una de sus últimas presentaciones, según recordaba Camejo, Nara subrayó la articulación entre filosofía y poesía en la obra del martiniqués. Este nexo, agregó el profesor de la Facultad de Artes y Letras, es vital para entender la poética de la relación.

Para Camejo, la poesía de Glissant relativiza su pensamiento filosófico. Desde ella, el martiniqués construye una nueva ciudadanía. En él, según el profesor, opera un desplazamiento del sujeto hacia la territorialidad, lo que revaloriza el espacio de enunciación. No se trata aquí de un análisis ontológico, sino de la espacialidad del lenguaje.

Ocurre una reflexión sobre lo colonial desde otra perspectiva. Camejo alude al concepto de “colonialidad del poder”, del peruano Aníbal Quijano, y lo aplica en las múltiples relaciones del lenguaje y del paisaje. Ariel encuentra en El discurso antillano una comunicación abierta con la discusión sobre racialidad que se está produciendo en Cuba y, por esa razón, halla, en esas similitudes una eficaz retroalimentación y emparentamiento con nuestros procesos culturales.

Destaca, igualmente, la metáfora del archipiélago como clave esencial para comprender las propuestas del volumen. Esa carencia de centro, según él, conforma uno de los puntos constitutivos del libro.

El discurso antillano puede apreciarse también como un posicionamiento de lo caribeño ante la metrópoli. Para Camejo, se trata de una discusión en torno a otra forma de construcción de la nación, teniendo en cuenta la condición departamental de Martinica. En esa nueva territorialidad se produce una relación del cuerpo intelectual, físico, cultural y político frente a la errancia caribeña.

Ampliando esta idea, Camejo concluyó con una cita de Glissant:
    Sin duda una islita en la rada de un puerto es la más segura morada de la errancia. El Île-les-Feuilles, un cayuelo en el puerto de Pointe-à-Pitre. Una islita en el fondeadero de una isla, delimitada no por sus playas de arenas enriadas de mangle, sino por la escritura de los altos navíos que siempre la abandonan. Para quien ame la obra de Perse, nada es tan conmovedor como ese lugar cerrado donde el poeta se coloca al margen de su nacimiento. Para un antillano, nada es más evidente que esa distancia irremediable, por la cual Perse nos ignora y nos reúne.
A continuación, el poeta y ensayista Víctor Fowler cerró la mesa en lo que él nombró una “intervención a partir de Glissant”. Fowler centró su comentario en una relectura de lo postcolonial que nos involucra a todos en tanto Caribe y más allá de una denominación territorial y puso en valor las múltiples y nuevas maneras de dominación.

Fowler penetró en las estructuras de pensamiento más enquistadas tanto de la metrópoli como de la colonia para evidenciar la complejidad de esa sujeción. Una sujeción que opera en ambas direcciones.

Inspirado en el pensamiento de Glissant, Víctor indaga:
    ¿Cuál solución hay cuando el horizonte de las sociedades industrializadas solo puede ser alcanzado mediante la alienación (de vivir como propia la vida del otro que nunca nos reconocerá como igual)? ¿Qué hacer si la tutela económica nos ha colocado en un estado tal que romper con dicha tutela nos precipitaría, en el tiempo, hacia un muy lejano atrás? Dado que la trama es cada vez más compacta (la trama del mundo, entre países) aquí las escalas funcionan, pues a medida que el territorio y población son menores, menor aún es la posibilidad.
Para Víctor, la reivindicación del pensamiento de Édouard Glissant pasa por el hecho de que debe ser leído
    en la particularidad de un espacio-tiempo concreto, de la esclavitud y el trauma, pero si nos detenemos allí, no habremos captado aún porque también tiene que ser leído en el devenir hasta el presente y, sobre todo, abriendo la interrogación al porvenir. Esto se resume abstrayéndonos de nuestras vidas personales y preguntando: “¿qué nos va a pasar?”. Posicionarnos encima de este punto es la cuestión.
Fuente:

http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5773

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