Esta mañana me he pesado. ¡Horror, me he engordado seis kilos en un mes! A este paso, mes a mes, me saldré por los lados de la balanza. “¡Por favor, suban de uno en uno!”, chisté típico de mi amiga Lucia cada vez que nos pesamos.
No sé si se lo contaré.
Mañana empiezo la dieta.
No pienso gastarme un duro en dietistas, endocrinos, terapias varias, psicólogos, pastillas quemagrasas o cualquier otro milagro. Mi fuerza de voluntad bastará.
Entro en Internet. Tipos de dietas. Google sonríe y me muestra cientos de ellas: South beach, slow food, scardale, Montignac, ovolactovegatariana, dieta por puntos, dieta del índice glucémico, mediterránea, la del Dr. Shelton, Kosher, según la trofología, veganismo y dieta vegana, la del Dr. Athins, las disociadas, macrobióticas... Empiezo a marearme. Tengo que elegir una. Recuerdo las recomendaciones de otras víctimas. Me decido por una de ellas. La de los puntos.
Me imprimo todas las instrucciones, las tablas de alimentos con su respectiva puntuación y me confecciono un menú semanal. ¡Cuánta satisfacción, me merezco un Donut!
Lunes: Me levanto a hacer los ejercicios de gimnasia con la Wii de mis hijos. Aprendí su manejo estas navidades. Estoy tannnnnnn orgullosa. Ahora mis hijos dicen a sus amigos: “Mi mamá mola” y eso me pone. Se me engancha el mando y me salé un juego de ratoncitos. ¡Que divertido! Las doce ya… ¡La comida… y la carne sin descongelar! Bueno, unos espaguetis siempre vienen bien. Con salsa, por supuesto, su crema de leche y su quesito gratinado.
Los chavales comen de lujo, Paco, encantado, me pregunta:
“¿Pero no empezabas hoy el régimen?”.
-Por supuesto, cariño, ¿no te has fijado que me he puesto poquísima pasta?
-Pues no -contesta, me ha parecido la de siempre.
-Cuan equivocado estás amorcito. Si estoy hasta mareada de comer tan poco. Creo que me merezco un postre
Miro el frutero. Elijo un plátano, tiene potasio, eso es bueno para los calambres. ¿Tengo yo calambres? Es igual, más vale prevenir.
Cuando uno tiene un mundo referencial... ya se sabe. Pero, y también se sabe, las ventanas están para abrirlas. De todas maneras, un relato acertado. Bravo!
ResponderEliminarNo conocía este blog y mirando al azar he leído este cuento. Muy bueno. Felicidades.
ResponderEliminarToni, Berlin.