La novia de Paco
Sin frente. Pelo, negro y crespo, dos centímetros por encima de unas cejas inexistentes pintadas en negro, de payaso listo. Ojos de cuervo. Nariz de bruja, con unos boquetes de los que salen unos rastrojos, también negros. Boca sin apenas labios, sonrisa ratonil curvada hacia abajo, acabada en un mentón puntiagudo con cuatro pelos de escobón ralo. Todo sobre un cuello escuálido y nudoso.
Sin embargo su cuerpo está bien formado. Es menudo y con las formas justas. Si la miras por detrás... o le pones una careta... No sé..., sólo de pensar que te puede tocar con esas garras de ave rapaz... o ver esos dientes de ratón... Pero parece que a ese tonto de Paco le gusta. Y ese jersey con hilachos dorados, de lo más horroroso y hortera del mercadillo... da grima.
Además, la señora marquesa tiene un hueso en la espalda. Nació en un pueblecito de Córdoba, de familia campesina, pero por su actitud se diría que desciende de la pata del Cid Campeador. ¡No da palo al agua! Ha pescado al tonto de Paco, pobre venido a más, que, prepotente en su ignorancia , busca presas femeninas fáciles de deslumbrar. Y él, jodido pero contento. Y ella, bruja, ratona, siempre quejándose, siempre cansada.
Cuando explica cómo la conquistó, todos miran hacia abajo, reprimen una sonrisa, maliciosa o compasiva, y cambian de tema para después reírse o sentir lástima de él.
¡Duro peaje!.
Andrea Lajaunie
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