jueves, 10 de febrero de 2011

Poesía: Emulando a Walt Whitman, por Andrea Lajaunie

Ahora yo no haré más que escuchar,
A fin de insertar en mi canto aquello que escuche, para
permitirles a los puros su contribución.
Escucho el cantar sonoro de los pájaros, el murmullo del
trigal creciendo, el parloteo de las llamas, el crepitar
de las astillas en la fogata donde preparo mis alimentos;
Escucho ese son que tanto amo, el sonido de la voz humana;
Escucho todos los sones que juntos corren, combinados,
confundidos, fundidos, persiguiéndose;

EMULANDO A WHITMAN, HOJAS DE HIERBA (1885)

Escucho los rumores de las hojas secas
besando suavemente el suelo, los gritos de los niños
que se esconden, los pasos temblorosos de los viejos.
Escucho las campanas de la iglesia, el sosiego de la plaza
a mediodía, el murmullo del bar cuando anochece,
el tintineo de las ollas a través de las ventanas.
Escucho el ulular de las lechuzas, los ladridos
lastimeros de los perros en medio del silencio.
Escucho los susurros, los lamentos, los sones
de alegría, los clamores que brotan espontáneos, 
que suenan verdaderos.

Ahora  no escucharé más,
quiero aligerar de carga  mis sentidos.
No escucharé palabras huecas,
No escucharé quejas y gemidos,  salidos de
bocas mohínas, de ojos de hielo.
Ni  opiniones adobadas de aparente piedad,
ni disculpas que chirrían.
No quiero escuchar más.

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