Los diez mandamientos de un escritor
Por Washington Daniel Gorosito Pérez
El poeta y novelista húngaro Stephen Vizinczey nos presenta un decálogo que surgiera como respuesta a un ruego, según sus propias palabras de Raymond Lamont, quien era director de Writers´ Montly, y le pidió algo “lleno de consejos sensatos y prácticos para quienes son en muchos casos novatos en la ocupación de escribir”. Posteriormente este texto integró como prólogo, su libro “Verdad y mentiras en la literatura”, dedicado a la rigurosa crítica literaria. A continuación comparto los 10 mandamientos del escritor esperando sean motivo de reflexión.
1. No beberás, ni fumarás ni te drogarás.
Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.
2. No tendrás costumbres caras.
Un escritor nace del talento y del tiempo…tiempo para observar, pensar, estudiar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales. Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores.
A la edad de veinticuatro años, tras la derrota de la Revolución húngara, me encontré en Canadá con unas cincuenta palabras de inglés. Cuando me di cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso de un alto edificio de Dorchester Street en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mirar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme en un escritor inglés. Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo bueno y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de la mujer madura.
No pudiese haberlo hecho si me hubiesen interesado los trajes o los coches… en realidad, si no hubiera visto otra alternativa que la azotea de aquel rascacielos. Algunos escritores inmigrantes que conocía trabajaban como camareros o vendedores para ahorrar dinero y crearse una “base financiera” antes de intentar ganarse la vida escribiendo, uno de ellos posee ahora toda una cadena de restaurantes y es más rico de lo que yo pueda llegar a ser en mi vida, pero ni él ni los otros volvieron a escribir. Es preciso decidir que es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No has de atormentarte con ambiciones contradictorias.
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