Ahora eres viejita.
Y ya no me dices nada. Sólo a veces,
si resurge tu orgullo de princesa.
Me miran tus ojos verdes, de gata
sin tejado, desde una cara
que no reconozco a veces,
manchada por el tiempo, escrutando
atentos, lo que hago,
lo que digo,
con quién hablo, qué me pongo,
a qué hora llego, si estoy
triste o cansada, si salgo,
si entro,
si voy sola o con amigos,
día a día.
Y es cuando intentas cuidarme
reparando lo que no supiste
hacer.
Me cubres con la manta,
torpe, inexperta
en detalles abnegados, interrumpes
mi siesta.
No te hago caso. Y me preguntas,
una y otra vez,
¿Hoy es martes?
¿Me has comprado las pastillas?
¿Ya me has sacado dinero?
Eso y tus múltiples dolores,
muletillas que resbalan en mi sueño.
día a día
Y es cuando me buscas. Y yo no quiero
Estás pendiente de mí, te enfurruñas
si me voy,
suspiras cuando vengo.
Ya se que te sientes sola pero
no puedo.
No puedo ser tu nexo con la vida,
Te pido Pon de tu parte, y tú
¿Qué quieres que haga?
Una vez más la respuesta
de siempre, ¿acaso esperabas otra?,
nunca cambia,
día a día.
Ahora eres viejita
Y ya no te gusta lo que ves en el espejo
Yo reparto por la casa
tus retratos,
de niña buena en marco dorado,
de cíngara de cejas negras, de Liz Taylor
descarada, retratos de otros tiempos,
velados de añoranza.
Cuando te besa tu nieto,
veo tu cuerpo menudo que se encoge.
Sé que estás porque
te veo
más marchita, más pequeña,
día a día.
Ahora eres viejita.
Y quizás pronto no estés. Vacío incierto.
No estará tu cuerpo enjuto, tu piel
marcada , no tendré tu beso
de labios gastados, cada domingo
por la mañana.
Soñaré tus cantinelas,
¿Vienen los niños? ¡Cómo me duele
la espalda! Ponme un vinito
que son las siete. Y cierra
las ventanas.
Sé que no estás porque
no me miras
desde tus ojos de gata sin tejado,
día a día.
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