|   Defensa de la  poesía  | 
El momento de la Historia que nos ha tocado  vivir está marcado por la incertidumbre en todos los sentidos. Cuando pensábamos  que el siglo XX agonizaba y con él los grandes temores y  catástrofes capaces de minar la fe en la humanidad, no han surgido los puentes  que destruyan nuestros precipicios. Al contrario, resulta más difícil intuirlos,  imaginarlos. La incertidumbre parece abarcarlo todo: la política, la moral, la  economía, las nuevas formas de comunicación que paradójicamente han provocado  una mayor incomunicación... También las viejas utopías que parecieron  realizables y llenaron de ilusión a millones de ciudadanos se han desmoronado  mostrando sus miserias cuando han sido suplantadas por los hombres, añadiendo  aún más incertidumbre a todo lo que nos rodea. 
Nuestra generación está marcada por  esta incertidumbre y creemos que es necesario hacer un alto en el camino,  reflexionar, mirarnos a los ojos, establecer una cercanía menos artificial, más  humana. La poesía puede arrojar algo de luz para alcanzar algunas certidumbres  necesarias. Los buenos poemas son un modo de ajustar cuentas con la realidad  porque son capaces de provocar emoción, de conmover, de hacer pensar, de llenar  un vacío que nos acompaña. 
La emoción no puede estar de moda.  La emoción es universal e intemporal. Y la poesía tiene que emocionar. Ante  tanta incertidumbre, para nuestra sorpresa, una gran parte de los nuevos poetas  en español se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura. Si en  la segunda mitad del siglo XX los mejores poetas de nuestra  lengua abandonaron las liras y las torres de marfil; la poesía última, en busca  de un nuevo camino, de una nueva actualidad literaria, se ha subido a un  pedestal. En esta tarea se han visto legitimados por algunos poetas cuyos  proyectos literarios fracasaron de manera estrepitosa precisamente por abrazar  el barroquismo gratuito y la frivolidad de la moda literaria. Ahora buscan una  segunda oportunidad elogiando lo que precisamente les condujo al callejón sin  salida de las palabras huecas. 
Queremos mostrar nuestra desolación  ante esta dinámica que nos parece destructiva para la poesía porque conduce, de  manera inevitable, a su deshumanización. Los discursos fragmentarios, el  irracionalismo como dogma y el abuso del artificio han supuesto la ruina de la  poesía en muy diferentes etapas de la historia de la literatura. Han hecho tanto  daño, que hoy la poesía está considerada como un género difícil que sólo leen  los poetas, porque sólo parecen entenderse entre ellos como los habitantes de  unas ínsulas extrañas. Prueba de ello es la marginación que sufren los libros de  poesía en cualquier espacio, ya sea una librería, un suplemento cultural, un  periódico, una biblioteca... 
Cuando un poema no se entiende, el  lector suele culparse a sí mismo, inducido por la idea generalizada de que el  poeta es un ser con una sensibilidad diferente, superior. Una idea tan falsa  como interesada. Si un poema no se entiende el único responsable es quien ha  tratado de establecer la comunicación. O bien no ha sido capaz por sus  limitaciones, o bien no lo ha conseguido porque no era su propósito, porque sólo  buscaba la erudición y el artificio, algo que está bien visto, que tiene buena  prensa y que provoca una palmadita en la espalda de la crítica, sumida en gran  parte en la misma torpeza. 
Seguimos creyendo que una de las  misiones de la poesía es enfrentarse al poder. Y el poder de hoy no hace más que  invitarnos al silencio, al fragmento, a las subjetividades ensimismadas y a la  pérdida de diálogo entre las conciencias. Queremos decirle adiós a todo  eso.
Jorge Galán (El  Salvador), Fernando Valverde (España), Daniel Rodríguez Moya (España),
Andrea Cote (Colombia), Alí Calderón (México), Raquel Lanseros (España),
Francisco Ruiz Udiel (Nicaragua) y Ana Wajszczuk (Argentina),
autores del libro Poesía ante la incertidumbre (Visor, 2011).
Andrea Cote (Colombia), Alí Calderón (México), Raquel Lanseros (España),
Francisco Ruiz Udiel (Nicaragua) y Ana Wajszczuk (Argentina),
autores del libro Poesía ante la incertidumbre (Visor, 2011).
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