Hasta mediados del siglo XX, cualquier  historiador del arte que quisiera abordar el Renacimiento italiano contó como  principal obra de referencia con un grueso volumen de largo título: Las  vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde  Cimabue a nuestros tiempos, descritas en lengua toscana, por Giorgio Vasari,  pintor natural de Arezzo. No es que a partir de los años 60 desapareciesen  todos los ejemplares disponibles. Curiosamente, su autor dejó de ser citado en  la mayoría de los ensayos. La obra comenzó a pasar casi de puntillas por las  bibliotecas de universidades. Generaciones de licenciados, incluso de autores de  tesis doctorales, fueron víctimas de extrañas obsesiones por originales  metodologías y renovaciones pedagógicas. Vasari no sólo había escrito buena  parte del Cinquecento, por lo que con suerte algunos afortunados consiguieron  tener noticia de su existencia como arquitecto y notable creador de importantes  frescos en Roma, Florencia o su Arezzo natal. El maestro parecía relegado al  olvido historiográfico hasta que Cátedra ha vuelto a ofrecer una completa  edición en español de su Vidas. De forma paralela, en numerosos  catálogos de exposiciones temporales está volviendo a ser citado para situar  importantes piezas en su contexto. Las últimas generaciones de historiadores del  arte y quienes han superado añejos sarampiones académicos parecen dispuestos a  devolverle al lugar que nunca debió perder.
 Un rasgo fundamental del proyecto de Cátedra lo  distingue de ediciones históricas. Nos referimos al esfuerzo del equipo de  traducción, una labor no precisamente fácil. Ni siquiera en tiempos de Vasari la  lectura de sus textos era precisamente oir correr un manantial de agua clara.  Sus aguas léxicas siempre fueron potables, claro está, pero el éxito del equipo  coordinado por Giovanna Gabriele ha residido en mantener fresco un líquido  elemento que no ha de tener sabor, sino dar vida a campos fecundos de la  historia del arte. Y las cosechas no se agotan, porque hay procesos de  investigación y restauración de piezas artísticas que no pueden siquiera  concebirse sin la propuesta previa, precisa y con certezas, de unas coordenadas  cronológicas. Y en muchos casos, éstas sólo pueden construirse desde los  cimientos del corpus mágnum de las Vidas de Vasari. Al menos como  manual biográfico de referencia, aceptado o denostado, pero punto de partida  para construir cualquier debate.
 La grandeza de esta obra no está sólo en su  carácter de compilación, fruto de una inmensa labor de conversación con autores  coetáneos y dotes singulares de observar obras con espíritu crítico. Vasari  reivindica constantemente su derecho a emitir valoraciones, sentencias. A  subrayar aciertos, errores. Introduce no sólo juicios estéticos, sino  utilitarios, sobre aspectos comerciales de la obra de los autores, sobre su  éxito en los circuitos del mecenazgo, los motivos probables de su fracaso o  exigua producción. En fin, todo un compendio sobre la nueva posición social que  el artística adquirió en el Renacimiento. Es lo que hoy llamamos, quizá  pobremente, opinión. Cada uno de sus textos fue, es, un caso. Un caso único.  Esta edición en español por parte de Cátedra no es sólo una de esas interesantes  apuestas editoriales. Supone, en toda regla, la reapertura del caso Vasari. Uno  esos procesos en los que sólo el lector podrá juzgar.
 
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